Es excelente que nos encontremos en esta segunda edición de esta sección de cuentos infantiles, un espacio creado para entretener y promover la lectura entre los más pequeños. Espero que tanto padres y maestros puedan encontrar material educativo que les sea útil para inculcar valores en sus niños. Esta semana continuamos con otro cuento de Dobuú la hormiga.
EL TAZÓN DE MIEL (Cuento Nº 6)
EL BOSQUE de Sougal es un lugar hermoso y tranquilo. Habitado por amables y agradecidas criaturas. Beco la rana, Mong el escarabajo, Sandi la abeja y el alegre Dobuú.
Dobuú era una pequeña hormiga llena de vida y alegría, vivía en el hormiguero más grande de todo Sougal. Cierto día cuando se encontraba caminando por el sendero del lago, sintió mucha hambre. Había salido muy temprano, estaba emocionado por ir a pasear y olvidó comer con sus compañeras hormigas.
Dobuú pensó que podía regresar al hormiguero para desayunar algo, pero entonces encontró a Sandi la abeja quien cantaba alegremente trayendo consigo una taza de rica miel.
—¡Hola pequeño Dobuú! —saludó Sandi muy animada.
—Buenos días Sandi —respondió Dobuú.
—¿Qué estás haciendo hoy amiguito? ¿Alguna travesura con tus compañeras?
—Oh no Sandi, solo paseaba por el sendero. Pero creo que me devolveré al hormiguero porque tengo mucha hambre.
—Seguro que olvidaste desayunar antes de salir ¿Verdad?
—Uhmm, algo así, si.
La abeja Sandi se detuvo un momento y le pidió a Dobuú que sostuviera su taza.
—¿Qué es esto Sandi? —preguntó la hormiga.
—Un tazón con miel —respondió la abeja.
Dobuú se saboreaba los labios mientras miraba entusiasmado el tazón de Sandi.
—¿Puedo probar un poco? —preguntó Dobuú.
—Lamento decirte que no mi amiguito —indicó la abeja y agregó—: Verás, solo te estoy pidiendo que la sostengas un rato mientras yo vuelo a buscar algo que he olvidado en mi colmena. ¿Podrás hacerme ese favorcito?
—Supongo que si —contestó Dobuú.
La abeja levantó vuelo y dejó a la pequeña hormiga con el tazón de miel esperándola. Dobuú miraba la miel y sentía la terrible tentación de comerla. Su amiga Sandi le había dicho que no podía tocarla, pero el pequeño Dobuú tenía mucha hambre.
—Quizá si solo pruebo un poco, Sandi no note la diferencia —decía para sí Dobuú en voz alta.
—¿La diferencia de qué mi pequeño amigo? —dijo Beco la rana cayendo de un salto.
—¡Oh, hola Beco! —dijo Dobuú sorprendido—. Solo estoy cuidando este tazón de miel para Sandi —agregó nervioso.
—Vale peque, pero cuida de no derramarla. Sería un desperdicio si cae al suelo. Yo prefiero los ricos insectos que circulan incautos por el bosque. —aclaró la rana.
—Sandi regresó a su colmena a buscar algo que olvidó allí. Me ha encargado que cuide su miel.
—Venga que yo creo que se la he encargado al mejor cuidador —aseguró Beco.
—¿Para quién crees que sea esta miel Beco?
—Conociendo a esa dulce abejita, seguro que es para compartirla. Ya sabes que ella es muy bondadosa con todas las criaturas del bosque.
—¿Crees que se moleste si tomo un poco? —preguntó Dobuú a su amigo Beco mientras miraba con mucho interés la miel del tazón.
Beco dio un gran salto para proseguir su camino y mientras se alejaba dijo—: No creo que haya problema alguno, como te dije ella es muy generosa. —Y mientras se alejaba alcanzó a gritar—: ¡Pero debes preguntarle primero chaval!
La hormiga no escuchó la última frase. Seguía saboreándose los labios mirando fijamente el tazón.
—Es cierto, Sandi seguro la compartiría conmigo. Solo voy a tomar un poquito —dijo el pequeño Dobuú llevándose el tazón a la boca.
Mong el escarabajo venia pasando por el lugar y con fuerte voz saludó a su amigo.
—¡Oye Dobuú! ¿Que tal tu día pequeñín?
La hormiga soltó el tazón de repente, la miel no se derramó por poco.
—¡Que susto me has dado Mong! —dijo alterado Dobuú.
—Pues tan feo no creo que soy —replicó riendo el escarabajo.
—No me refiero a eso —aclaró la hormiga.
—Está bien chiquitín, no pasa nada, sabes que el viejo Mong es tu amigo y solo bromeo. Dime ¿Qué es eso que estás bebiendo?
—¿Esto? Es solo miel. Se la estoy cuidando a Sandi la abeja.
—¿Cuidando? ¿Seguro? A mi parece que te la estás bebiendo.
—Si, es que tengo mucha hambre y solo le daba una probadita. Sabes Sandi es muy generosa y ella siempre comparte —dijo la hormiga con seguridad.
—¿Pero Sandi te ha dicho que puedes beber de su miel?
—No, solo me dijo que cuidara su tazón mientras ella regresa. Pero Beco pasó por aquí y me dijo que a ella seguro no le molestaría si tomo un poco.
—Ah, esa rana habladora y entrometida. Deberían darle una reprimenda para que no ande metiendo a los demás en problemas. —murmuró Mong algo molesto y agregó—: Mira Dobuú ¿Seguro que Beco te dijo que podías tomar de la miel y Sandi no se molestaría?
—Uhmm, no exactamente así. Él me dijo que Sandi era muy generosa, que posiblemente la compartiría conmigo.
—Pero Dobuú, me temo que escuchaste lo que tu estómago quiso oír. Has caído en la tentación de tomar algo que no es tuyo. Fue incorrecto que bebieras de esa miel —sentenció Mong usando un tono paternal.
Dobuú estaba apenado, ahora comprendía que no había hecho bien al beber de la miel de Sandi.
—¿Crees que se moleste conmigo Mong?
—¿Molestarse?... No, no lo creo. Pero debes disculparte por tu mala acción amiguito.
Sandi llegó entonces cargando un gran trozo de galleta. Saludó a Mong el escarabajo y al ver la cara triste de Dobuú preguntó:
—¿Sucede algo malo?
Dobuú le contó lo sucedido y como bebió un poco de la miel del tazón. Se disculpó por lo ocurrido y prometió no volverlo a hacer. Sandi lo consoló con estas palabras:
—Acepto tus disculpas, se requiere valor para reconocer un error. Me siento muy feliz de ser tu amiga. Verás cuando me dijiste que tenías mucha hambre recordé que en mi colmena tenía este trozo de galleta y pensé que sería buena idea compartir contigo un desayuno de galletas y miel.
—¡Oh pero que tonto fui! —se quejó Dobuú bajando la cabeza.
—No es correcto tomar lo que no nos pertenece, menos aún si no nos han dado permiso Dobuú, espero hayas aprendido la lección —agregó Mong.
—Pero olvidemos eso y compartamos esta galleta y la miel entre los tres ¿Qué les parece? —propuso Sandi.
—¿En verdad? —preguntó la hormiga con una sonrisa.
—Si por supuesto, comamos los tres —respondió Sandi con mucha dulzura.
Los tres amigos comieron y charlaron un buen rato. El pequeño Dobuú aprendió una importante lección ese día.
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