Hola amigos, como les comenté en mi anterior post, voy continuar compartiendo frecuentemente por aquí algunos de mis escritos. En esta ocasión les traigo la primera parte de una serie de textos que denominé "Sobre los sueños de Andrés". Les cuento, hace un año comencé a escribir (o intentar escribir) una novela corta centrada en un joven larguirucho llamado Andrés, principalmente comencé a escribirla buscando aliviar un fuerte vacío que me invadía producto de una pequeña depresión y afortunadamente ¡FUNCIONÓ! pero... por desgracia había perdido la fuente de mi inspiración (mi propia tristeza y conflictos internos) y no pude, ni quise realmente, continuar escribiendo aquella novela corta.
Aún así, hubo fragmentos de aquella novela inconclusa (todos relacionados al espacio onírico) que al intentar releerla me agradaron mucho y decidí extraerlos y hacer un recopilado con tres de los "sueño" más importantes. Sin más que decir, aquí les presento Sobre los sueños de Andrés. (pt1)
Así continuó escribiendo Andrés hasta quedarse dormido y encontrarse nuevamente con su reciente verdugo… La hermosa flor imaginaria, a quien siempre encontraba en sus sueños, ésta, sin decir una palabra, lo torturaba al recordarle su ausencia en los días grises y su tonta ilusión. Los sueños de Andrés siempre eran diferentes pero con dos elementos en común, uno era la flor y el otro un ambiente asfixiante; aunque este último solo era apreciable al despertar.
Andrés se encontraba encajonado en un alto cuarto de forma rectangular que estaba casi vacío, y ese vacío era realzado por el sobrio color blanco que revestía las poco divisibles paredes. Al fondo del cuarto, justo al centro, estaba ella, sentada sobre una silla roja desde la cual, casi como los espíritus burlescos que habitan las viejas casas inglesas, lo miraba fijamente. Él amaba esa mirada pero lo torturaba el hecho de que fuera un espejismo de su soledad.
Salió apresuradamente de la habitación, solo para verse entrando a una elegante sala, donde ella lo esperaba muy alegre, sentada en el comedor frente a un fino plato de porcelana, se encontraba vacío el elegante plato y al lado de este un vaso de agua, se apresuró a escapar por un pasillo donde la flor lo miraba desde el centro del mismo, su mirada lo perseguía por toda esa extraña casa, desesperado Andrés se echó al suelo y con sus manos tapó sus ojos angustiosamente. Al abrir nuevamente los ojos se dio cuenta que estaba acostado y se tranquilizó un momento.
Intentando hacer memoria y regresar sobre sus pasos, se dio cuenta que aquel no era su cuarto, en medio del desconcierto se volteó hacia el centro de la cama y la vio, ella estaba acostada a su lado, observándolo de la manera más tierna posible, casi como una madre, estaba tan cerca que su tranquila respiración era perceptible y él, quien no salía de su desconcierto, no se podía mover… estaba perdido en aquel rostro extraterrestrial que parecía prepararse para contar las confidencias más íntimas que un joven enamorado podría desear escuchar. Sus rojizos labios empezaron a abrirse, mientras las comisuras delataban una sonrisa juguetona, Andrés había olvidado que solo se trataba de un sueño, había olvidado todo… solo quería escuchar la voz de esa hermosa flor, pero cuando parecía que por fin iba a pronunciar una palabra, todo se esfumó, Andrés había despertado y lo invadía una inmensurable sensación de ausencia.
Era un perro moribundo tirado sobre el caliente asfalto de una solitaria carretera. Ahí, mientras esperaba resignado al próximo feroz vehículo que lo embistiera inclemente y acabará de una vez con su agobiante existencia, pensaba en cómo una simple mirada o un simple gesto de esa fantasma parada sobre sus costillas podría salvar su alma o aunque sea acobijarla. Así, ya con el cuello cansado, Andrés seguía mirando a su salvadora, la miraba con unos ojos llenos de un gran desespero y un humilde amor… pero pronto, lo único que quedó en las pupilas de aquel desahuciado perro fue el odio. Una ráfaga enorme de cólera recorría su frío y débil cuerpo y era descargada hacia él mismo, producto de una vergüenza enorme… Sí, se moría de vergüenza. Como un idiota llevaba horas mirando con ternura una estatua fría e inanimada, esperanzado, pensando que esta era un fantasma salvador. Tal cual fuera un enfermo desesperado se había arrodillado ante Dios, su Dios. Y ahí, con la barbilla pegada al suelo, había lamido lenta e incansablemente el frío mármol que daba forma a los pies de la estatua, a los pies de la flor.
Así, a las once y treinta siete minutos empezó el día para Andrés, a pesar de haber dormido más de lo necesario las ojeras se deslizaban bajo sus entrecerrados ojos. El calor, nuevamente, era insoportable y en especial para un recién levantado que ya empezaba a extrañar la tranquila y fresca noche. Salió hacia la cocina y se percató que Simón ya había regresado y preparaba comida para ambos, ni siquiera se le veía agotado, a diferencia de Andrés, quien se movía a rastras lentamente por el recinto.
Bueno esta ha sido la primera parte, pronto subiré las dos restantes a mi perfil, si te ha gustado por favor comparte y si quieres conocer un poco más sobre Andrés sígueme... Me gustaría que dejaras tu opinión en los comentarios (Una de las cosas más divertidas y gratificantes de escribir es conocer qué piensan los demás sobre tus públicaciones).
pd: la ilustración también es de mi autoría, en el perfil de instagram reseñado en mi biografía puedes encontrar otras similares :)