"Nadie puede vivir para siempre": El mensaje que nos deja el episodio 4, temporada 2, de Westworld

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Una de las revelaciones más importantes de toda la serie Westworld (HBO, 2016) se nos presenta en el cuarto capítulo de la segunda temporada “El acertijo de la Esfinge”: detrás de la fachada del parque, se encuentra la intención de buscar la inmortalidad, y durante 30 años se han estado realizando experimentos para colocar la consciencia de un ser humano en el cuerpo de un anfitrión, aparentemente sin éxito hasta los momentos.

Para demostrarnos esto, vemos a James Delos (Peter Mullan, quien realiza una actuación sublime en este episodio) como el primer conejillo de indias. Sabemos, por lo que se ha dicho en capítulos anteriores, que Delos sufría una grave enfermedad y que "no estaría presente para ver el futuro para el cual estaba invirtiendo". Si William (Ed Harris/Jimmi Simpson) logró convencer a su suegro de realizar dicha inversión en el parque, probablemente fuera por una razón muy importante: la tecnología del mismo le ayudaría a obtener la inmortalidad y así evitar perecer a causa de su enfermedad.

Sin embargo, este utópico sueño no se ve realizado para James Delos. Diversas escenas transcurren en el episodio como un bucle, repitiéndose siempre la misma secuencia: Delos se encuentra en una habitación blanca, escuchando música de un tocadiscos, haciendo ejercicios y luego recibe a William, quien le trae una botella de licor y entablan la misma conversación de siempre. William le muestra que habían tenido la misma conversación exacta en ocasiones anteriores y James presentaría un "bloqueo cognitivo", fallando y siendo erradicado como otro intento infructuoso.

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149 oportunidades más pasarían hasta llegar al último encuentro entre ambos personajes en el episodio.

Un envejecido William, mucho más cínico que su versión joven, se presenta ante James y este, al ver el cambio físico de William (quien ahora es comtemporáneo con él) se da cuenta rápidamente de que "nunca se recuperó" y fue derrotado por la enfermedad. William se sienta con él y le ofrece la misma botella, partes del diálogo transcurren igual; sin embargo, esta vez le cuenta a James que su hija, Juliet, se ha suicidado, por lo que James muestra un despliegue de emociones y comienza a "fallar" más.

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William le dice que le ha tomado todos estos años entender que "Nadie puede vivir para siempre" y "algunos hombres están mejor muertos que vivos". Le dice a James que es una persona terrible, y que su recuerdo es mejor para las personas que su vida como tal; podemos entender que todas las palabras de William en realidad son una proyección de sí mismo, así que podemos asumir que él también ha estado buscando esta inmortalidad, pero ha comprendido que es un camino fútil.

Al final, William deja a James en medio de una crisis, destruyendo todo lo que se encuentra en aquella habitación, mientras lo contempla con una expresión que es una mezcla entre burla y lástima. Pero ¿será hacia su suegro, o hacia sí mismo?

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