Amor retratado en cuatro fotos

Una de mis actividades favoritas de niña - e incluso ahora - era revisar los albumes de fotografía: ver a mi mamá, mi papá, mi hermano, desde una mirada diferente a la cotidiana, desde el ojo artístico que al mismo tiempo está lleno de amor porque eran fotografías hechas por amigos, familiares, parejas, me encantaba.


La mezcla del cariño con lo que he aprendido de fotografía, ha dado lugar a que los resultados que obtengo me satisfagan, más porque siento que les reconozco físicamente lo que me han dado a mí, dándoles un presente a ellos, que por las fotografías en sí.

Mi hermano de niño, cortado en cuatro partes, ninguna pudiendo coincidir con otras, flotando en el pasillo de mi casa, el que una vez fue el pasillo de su casa también


Quise intervenir estas fotos porque, además de que me parece una buena forma de aprender cosas nuevas en la fotografía, pude ver a las personas que amo de forma más cercana, editándolos y buscando que su esencia no se perdiera en el pasado, pero que este tampoco se olvidara.

!

Mi hermano Ernesto ahora, con su yo de niño. Yo buscando las similitudes y diferencias. Dos personas que fueron las mismas alguna vez, pero que hoy son desconocidos. Luna llena y luna creciente.



Encuentro en estas dos fotos a alguien que lo quisieron y lo siguen queriendo, tanto como para guardarlo en fotos y unir dos etapas de su vida, la niñez y la adultez, el Ernesto que necesitaba que lo cuidaran y el que ahora debe cuidar a otro porque es papá.


Estas dos fueron las primeras fotos que usé y las que me dieron la idea de seguir haciendo lo mismo con las otras.


A mi hermano que no lo pude conocer de niño porque yo aún no estaba acá, me le acerqué un poco haciendo este ejercicio.

Mi novio Silvio en azul con parches grises, mostrando que es hermoso pero a la vez imperfecto


Sé que en lo que escribo se pierde lo que siento por él, porque mis palabras se dirigen a un público y no al que realmente quiero que lea mis palabras de cariño.

Gracias a él he podido hacer estas composiciones, porque me enseña de fotografía, a editar fotos y porque me quiere más que todo.

Encuentro en él más de un solo Silvio, y muy poco haría yo tratando de retratarlo porque lejanas están las fotos de la realidad; puedo intentar mostrar un instante de él, en el que me mira porque lo llamo cuando está distraído, pero después del clic ya hay otra historia.

Le devuelvo poco a poco lo que me enseña, para retribuirle el tiempo que me dedica para que aprenda.

Mi madre cuando tenía 18 años, con mis ojos en vez de los suyos y dos cuadrados rojo-azules a los lados de su cabeza, que significan que nos podemos parecer pero nunca seremos las mismas y eso está bien.


Finalmente, la que me ha cuidado y enseñado, me uno a ella por primera vez de forma literal y encuentro que, aunque no soy igual a como era ella a los 18 años, físicamente puedo encontrar cosas en las que somos parecidas y que muestran que realmente ella es mi madre y yo soy su hija.


No puedo sino desear poder seguir encontrando cosas de ella que están en mí.


Parte de su historia también es mía, y lo que no recuerdo, ella lo puede contar. La retrato porque es hermosa, y la quiero recordar desde que tenía 18 hasta los 50, aunque estuviera yo ahí o no, con las fotos que ella me deja y que yo le tomo
es suficiente.

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