Greetings, 50-worders and readers. This is my entry to @jayna's #fiftywords challenge. This week’s prompt is snowflake
. You can see the details of the challenge here: /@jayna/fiftywordchallengefortheweekminiwritingworkshop-5r79jkylq9
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Changes
“I believe you, Grandma’.”
But, the rocks were here, huge. We’d contemplate the whole village.
It was a long journey.
These hot plains.
Maybe I’m too tired.
But later, by the river, they were stunned as cold snowflakes melted on their cheeks where the bottomless lagoon had become a sandy ford.
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Those of us who have grown in tropical zones feel a special fascination for snow. It’s the fascination for that which is unusual, almost fantastic. The excitement produced by the contemplation of the first snow ever (even if mere quick-melting flakes) is difficult to put in words. I thought of writing about it. But, then came to my mind the reports of climatic changes so drastic that have allowed people to see snow in deserted places or flowers and grass in former ever-white mountains. I decided to combine that idea with an anecdote my mother recently told me about the last time she visited the hills of Los Marines, her ancestors’ home. She told me of changes so extreme in the landscape that she felt she was in the wrong place (and we are talking about urban developments or any other man-made modifications). It occurred to me that if rocky hills and bottomless pools can disappear, why not imagine that it can snow in the hot hills of Cajigal county?
Saludos a los participantes del reto de 50 palabras y a los lectores en general. Esta es mi participación en el reto de @jayna #fiftywords. La palabra de esta semana es copo de nieve
. Pueden ver los detalles del reto aquí: /@jayna/fiftywordchallengefortheweekminiwritingworkshop-5r79jkylq9
Cambios
“Está bien, abuela, yo te creo.”
Pero, estaban aquí, enormes. Nos trepábamos en esas piedras y se veía todo el caserío.
Había sido un viaje largo y cansón de vuelta a los calientes llanos de sus ancestros. Quizás la anciana estaba demasiado cansada para recordar los lugares correctamente, pensó la niña.
Pero cuando llegaron a al rio al día siguiente y la anciana cayó de rodillas, llorando incrédula, la niña entró en pánico. La famosa laguna sin fondo se había convertido en un recodo arenoso.
Y justo cuando estaba a punto de preguntar “¿Y ahora qué?”, sintieron fríos copos de nieve aterrizando suavemente en sus rostros.
Los que hemos crecido en zonas cálidas sentimos una especial fascinación por la nieve. Es la fascinación por aquello que es inusual, casi que fantástico. La emoción que embarga contemplar la primera nevada (así sea leve) es difícil de expresar con palabras. Pensé en escribir al respecto. Pero luego se me vinieron a la mente reportes de cambios climáticos tan bruscos que han permitido a la gente ver nieve en lugares desérticos o flores y grama verde en montañas otrora nevadas. Decidí combinar esa idea con una anécdota reciente que me contó mi mamá de su última visita a los cerros de Los Marines, el lugar de sus ancestros. Me contó de cambios tan bruscos e increíbles en el ambiente que le pareció que estaba en el lugar equivocado. Se me ocurre que si promontorios rocosos y pozas super profundas pueden desaparecer, ¿por qué no imaginar que puede nevar en los cerros cálidos de Cajigal?
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