Greetings, 50-worders and readers. This is my entry to @jayna's #fiftywords challenge. This week’s prompt is
feast
. You can see the details of the challenge here:

/@jayna/fiftywordshortstorychallengeoftheweekminiwritingworkshop-ecgtbn8mlo

Feast for five

María took the Brazilian corn flour his neighbor dumped and the leftover chicken from the restaurant’s can. The pork skin provided the oil.
She tearfully fried 4 morsels and made sure everyone but herself had a ration.
Her mother, who was visiting, held her hand thankfully.
“It was a feast.”

_{Images from personal files. Modified in fotoram.io and imgur.com}

In times of crisis, human beings can face the most challenging trials, hunger being one of them. While some people around the world still swim in abundance and waste money and resources in shopping sprees and unnecessary display of wealth and power, others struggle to survive one bite at the time. 20 years ago, it was unthinkable that in an oil producing country hunger could be counted as one of their problems. The arrogance that characterize the once labeled happiest people in the planet, also the ones who spent the most on beauty products, has been substituted by a humble resignation to doing marvels with little to no resources.

Saludos a los participantes del reto de 50 palabras y a los lectores en general. Esta es mi participación en el reto de @jayna #fiftywords. La palabra de esta semana es
banquete
. Pueden ver los detalles del reto aquí:

/@jayna/fiftywordshortstorychallengeoftheweekminiwritingworkshop-ecgtbn8mlo

Banquete para cinco

María tomó la harina brasilera que su vecino había tirado y los pedacitos de pollo que había rescatado del restaurante. El pellejo de cochino dio el aceite.
Lagrimosa, frió cuatro bocados y se aseguró que todos, menos ella, recibieran una ración.
Su madre, que estaba de visita, sostuvo su mano en agradecimiento.
“Fue un banquete.”

En tiempos de crisis, los seres humanos pueden enfrentar las pruebas más exigentes, el hambre siendo una de ellas. Mientras algunas personas alrededor del mundo aún nadan en la abundancia y derrochan dinero y recursos en orgías de compras y despliegue innecesario de lujo y poder, otros luchan por sobrevivir un bocado a la vez. Hace 20 años, era impensable que en un país petrolero el hambre se contara como un problema. La arrogancia que caracterizó a la gente otrora etiquetada como la más feliz de la tierra, también como los que más gastaban en artículos de belleza, ha sido substituida por una humilde resignación a hacer maravillas con pocos recursos.