La costumbre de desayunar o cenar con arepas es tanta que en los momentos donde no se conseguían los productos para hacerlas, se hacían de ocumo, yuca, arroz e incluso de plátano, su sabor era el del producto que las constituía, pero se les daba forma redonda y aplastada y el cerebro se comía el cuento de que se le había dado arepa y quedaba satisfecho. Las mías por más que traté no quedan del todo redondas, pero como no van a concurso no me mortifico, pero tomarles fotos para el Diario es otro cuento, por la necesidad, han quedado algunas por ahí registradas en la blockchain, qué pena. Sí, preparé las arepas.
Como ya te conté, amable diario, estamos cuidando a mi cuñado quien está muy enfermo. Esto hace que los días sean muy raros y movidos, atentos a su bienestar, tratamos de que se sienta bien, atentos a su comida y sus medicinas. Se le pone música porque a él le gusta mucho, la disfruta y por momentos tararea esos boleros que solo él sabe qué recuerdos le traen.
Los días se adaptan a esa circunstancia, a veces no se duerme mucho en la noche, por lo que la siesta es necesaria, ayer no pude porque los muchachos juegan pelota en la calle, improvisan porterías y el sueño se espanta a fuerza de goles.
No llevo un orden de qué hice primero y qué después, la dinámica del día es la que marca el quehacer, atendiendo las prioridades.
Ya en la noche luego de la cena me recosté a tratar de comentar y votar pero el Internet se puso fatal por lo que me entretuve viendo la final del béisbol en la serie del Caribe, entre Colombia y República Dominicana.
Chao diario...
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