El juego del Diario/ 3 de febrero de 2022/ Al bobo lo protege la virgen/ 100%powerup

Mi diario es más lo que pasa dentro de mí que lo que ocurre por fuera. Me explico las actividades sin las mismas diariamente lo que cambia es lo que pienso. Reflexiono mucho sobre el acontecer diario, en parte es bueno porque de allí saco mis escritos para la blockchain.

Ya todos sabemos que la cotidianidad del venezolano es levantarse, tomar café y comerse una arepa, en el mejor de los casos, porque hay quien no puede hacerlo.

La costumbre de desayunar o cenar con arepas es tanta que en los momentos donde no se conseguían los productos para hacerlas, se hacían de ocumo, yuca, arroz e incluso de plátano, su sabor era el del producto que las constituía, pero se les daba forma redonda y aplastada y el cerebro se comía el cuento de que se le había dado arepa y quedaba satisfecho. Las mías por más que traté no quedan del todo redondas, pero como no van a concurso no me mortifico, pero tomarles fotos para el Diario es otro cuento, por la necesidad, han quedado algunas por ahí registradas en la blockchain, qué pena. Sí, preparé las arepas.

Como ya te conté, amable diario, estamos cuidando a mi cuñado quien está muy enfermo. Esto hace que los días sean muy raros y movidos, atentos a su bienestar, tratamos de que se sienta bien, atentos a su comida y sus medicinas. Se le pone música porque a él le gusta mucho, la disfruta y por momentos tararea esos boleros que solo él sabe qué recuerdos le traen.

Los días se adaptan a esa circunstancia, a veces no se duerme mucho en la noche, por lo que la siesta es necesaria, ayer no pude porque los muchachos juegan pelota en la calle, improvisan porterías y el sueño se espanta a fuerza de goles.

No llevo un orden de qué hice primero y qué después, la dinámica del día es la que marca el quehacer, atendiendo las prioridades.

En la tarde salí a la calle a hacer unas compras y me encontré con un grupo de jóvenes que corrían de un lado a otro, noté que tenían en las manos unas bolsas con agua, les pasé por un lado, ya en casa llegó mi cuñada, alarmada porque se había encontrado a un grupo de muchachos y pensó que peleaban pero estaban jugando carnaval, vio que uno de ellos tenía un ojo muy hinchado porque le habían lanzado una bomba congelada. Ahí recordé a una comadre que suele decir: «a los bobos los protege la virgen». A mí no me pasó por la mente el carnaval cuando ví a la trulla, si lo hubiese hecho me habría asustado también, cuando están en esa locura no ven a dónde lanzan sus bombas. Por alguna anomalía, esta práctica desquiciante aún se mantiene instalada en muchas mentes.

Ya en la noche luego de la cena me recosté a tratar de comentar y votar pero el Internet se puso fatal por lo que me entretuve viendo la final del béisbol en la serie del Caribe, entre Colombia y República Dominicana.

Chao diario...

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