Fue un día especial, recordé la película Coco, de Disney, porque iba caminando y me encontré con un coco, no era como el de la película, pero, tenía su gracia. Lo saludé, mamá, papá y hermanos... También Iris y Tekila, siempre me han enseñado a saludar, ellos aseguran que eso es educación y debo ser educada. Le dije Hola coco, él no respondió, es un ser grueso, serio y sin sonrisa alguna. Yo cumpli con mi deber de buena ciudadana y di mi saludo.
Cuando me encontré el coco en casa
Luego me enteré, de que mi parcero Coco (lo llamó así, aunque no es mi amigo, es hasta algo aburrido) sufrió una gran transformación, dejó su dura coraza abandonada y dejó ver su tez blanca, luego, sin medir consecuencia, se metió en la licuadora, para partirse sin prudencia y en trozos pequeños quedó, lo mejor, es que su jugo, al fuego pasó, donde espero con paciencia, hasta que se espesara de forma extrema y cuando se colocó negro, se junto con agua y arroz, para dar origen a un plato lleno de sabor. Así es como hoy, almorzamos arroz con coco, algo que me encanta, pero, que no comemos muy seguido, porque donde vivo no hay cocos.
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Proceso de elaboración del arroz de coco
Ya sé, en este momento se están preguntando por qué no hay cocos donde vivo, y bueno, la respuesta es sencilla, los cocos nacen de Coco Nuciferus que es una palmera, que vive cerca al mar, sí, es que en el mar la vida es más sabrosa, pero yo, vivo en una ciudad fría y no hay cocos, ni palmeras, ni nada así. Por esa razón, los cocos vienen desde lejos. El coco un día, decide bajar de su palmera y caminar, caminar y caminar...
Cuando el coco decidí ir a la ciudad fría.
Camina tanto, que se cansa y cuando eso ocurre, toma un avión, del que se lanza, para caer en mi ciudad. Lo malo de esto, es que muchas veces el coco llega algo dañado, por su fuerte caída. Es así, como tras todo esto, lo encontramos en Pasto y tras su transformación, termina convertido en un delicioso arroz con coco, que fue el gran almuerzo de hoy.
Así llega el coco a Pasto
Increíble como viajan estos amigos para acompañarnos en las ciudades sin palmas, es que por estos lados, conocemos muy bien de pizzas, frijoles, lentejas, pero no de cocos y otros frutos de clima cálido. Así fue como conocí a coco, me encante con él, vi su transformación y ahora puedo asegurarles, que lo admiro, que es un luchador, en coco que no se rinde ante nada, y a pesar de esto, sigo amando más la pizza, esa que llega en una caja sin gracia, pero que sabe como el manjar de los dioses.
Pizza para la cena
Por favor, no crean que soy una mal agradecida y que no valoro al coco y su esfuerzo, no, yo sé el valor de un coco, pero, la pizza, siempre será la pizza♥️.
Margarita Palomino
Fotografías tomadas con mi celular Huawei mate 20 y editadas en Inshot y IMG2GO. Dibujos elaborados en IbisPaint y editados en Inshot y IMG2GO. Exclusivo para Steemit.