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Proverbios: 24 Unos dan a manos llenas y reciben más de lo que dan; otros retienen indebidamente sus bienes y acaban en la miseria.
Estas palabras se refieren a la generosidad. Lo que uno observa en el mundo es que las personas que lo dan todo de sí, jamás les falta nada y casi nunca mueren en el abandono. A esas personas es muy raro que les falte el pan nuestro de cada día en sus mesas y a la hora de encontrarse en medio de dificultades la ayuda les llega como si de un milagro se tratara.
Y es cierto, a la hora de recibir lo que reciben les llega en abundancia; lo que nos hace recordar un dicho: “El que ayuda a los pobres le presta a Dios”. En efecto, cuando Dios paga lo devuelve con un 100% de intereses.
Y no se trata de que la ayuda tiene que ser dirigida solo a los pobres, a los que no poseen dinero y les falta de todo. No necesariamente, porque todos, pobres y ricos, necesitamos de la ayuda de los demás.
Pero no es tan fácil ser generoso en un mundo donde lo que impera es el egoísmo; no es tan fácil cuando casi no tienes ni para ti mismo ni para los tuyos. Sin embargo, hay veces en que Dios nos invita a dar, aunque sea un poquito, y la recompensa seguro que vendrá. Es cuando a veces sentimos pena con Dios, porque pensamos que no nos hace falta que nos pague y hasta con intereses.
Sobre los avaros, los trogloditas, los “barbarazos” que acaparan todo a favor de sus propias panzas, lo que la experiencia nos muestra de vez en cuando es que espiritualmente se convierten en seres miserables cuyos descendientes detestan y lo que más desean de ellos es que se mueran para meterle las manos al dinero que amasaron. Es por eso que Jesús dijo: “De todos tus tesoros guarda tu corazón”, porque al oro se lo llevan los ladrones y a las cosas materiales las destruye el tiempo.
Proverbios: 25 El que es generoso prospera; el que reanima a otros será reanimado.
Las personas desapegadas y generosas son las que menos se mueren de hambre y son las que muy raramente perecen en la soledad o el abandono. Los generosos se destacan también por ser seres que reaniman a los demás a que salgan adelante. Son los que apoyan y enseñan, porque el hecho de dar no se refiere solo a poner pan o monedas en las manos de otro. Por eso es que hay un dicho ancestral que dice: “No le des un pez, enséñale a pescar”.
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