Dibujo de @enrisanti
En aquél cementerio eran las 12 en punto de la noche cuando un par de muertos salieron de sus tumbas, se sentaron allí y comenzaron a conversar.
-Oye, Ruperto, ¿qué te pareció la lloradera que trajo mi exmujer esta mañana? ¿La escuchaste?
-Claro que la escuché, Cirilo. Ahora sí comprendo por qué eres el único muerto con cachos aquí en este camposanto.
-Imagínate, Ruperto. Todas las barbaridades que hizo y ahora es que viene a contármelas. Mejor me las hubiera dicho cuando yo estaba vivo. Y ahora tiene que vivir con un remordimiento hereje que ni la deja dormir.
-Si esa señora sigue así pronto se va a convertir en nuestra nueva vecina.
-No. No seas tan pavoso, Ruperto. Esa mujer es muy fastidiosa.
-No vas a poder evitarlo. Seguro que la entierran a tu lado.
-Si eso llega a ocurrir voy a tener que mudarme de este lugar. El rollo es que el cementerio más cercano nos queda como a 100 kilómetros de distancia y lo que menos quiero es andar espantando a los vivos por ahí en la carretera.
-Bueno, chamo, pero a eso se le puede buscar una solución.
-Bueno, aquí el de las ideas eres tú. Dime qué hago cuando eso suceda.
-Te sugiero que te robes una sábana de las que dejan secando por la noche en el barrio de allí al lado. Luego te la pones encima y listo.
-Pero si me voy así van a creer que soy Gasparín. No, esa idea no me gusta.
-Lo otro es que te robes una camisa, un pantalón y un sombrero. Lo que tienes que hacer es caminar agachadito para que no te vean la cara.
-Pero si me ven flaco van a querer ofrecerme limosnas o comida.
-Querido amigo, le pones muchos peros a las cosas. Mejor no te preocupes antes de tiempo y trata de disfrutar.
-¿Disfrutar de qué?
-De la paz en que vivimos.