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Eclesiastés 9:4-5
4 Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto. 5 Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido.
¿Qué aplicación práctica puedes extraer de los versos leídos?
La vida está llena de vida; de hecho, en la historia humana ha habido gente extraordinaria.
La humanidad es lo más hermoso de todo lo que existe.
Hay tantas destrezas, tantas habilidades en tantas cosas.
Por eso, el que vive solo piensa en avanzar, porque la vida te empuja hacia el futuro.
Ahora, la historia está llena de muertos. No hay nadie del pasado aquí, a menos que sea a través de libros.
Parece que el conocimiento para vivir murió en el árbol de la vida que estaba en el Jardín de Edén. Por eso, por más que se esfuercen los científicos, parece que no existe el elemento que hace que la vida pueda continuar, como lo indica nuestro corazón, que desea vivir eternamente y nos topamos con la muerte.
Si la vida es todo, la muerte es nada; si en la vida hay ruido, la muerte no se escucha nada. Si el amor es ver el cadáver, no puede ver, y si los sentidos están en un cuerpo vivo, el cuerpo muerto no siente nada.
Esto, en realidad, es desolador porque la muerte parece el final indiscutible de todos los seres.
Pero no era el propósito original, ya que la muerte era una opción, no una obligación.
Allí se resolvió el destino de todos, ya que los malditos fueron unos desagradecidos, egoístas inclinados al mal, y toda esa muerte y desgracia nos fue transferida.
En la Biblia, Dios castiga a generaciones enteras: los amalequitas, los babilonios y así muchas naciones desaparecieron porque los iniciadores arruinaron su conducta. Por eso, días cargamos con las consecuencias de los primeros. Pero si aún estamos vivos, debe ser que habrá un camino, una forma de poder trascender a la muerte.
¿Te gusta el lenguaje poético que emplea el autor de Eclesiastés? ¿Te resulta fácil memorizar o parafrasear lo que lees?
Está lleno de mensajes muy claros, lo que se necesita para poder actuar bien. En las redes sociales, vemos mensajes muy diversos, pero no son tan buenos como los de Eclesiastés, que tienen fundamentos más reales y de fe, fidelidad, lealtad, y conocimiento de la verdad para no ser engañados.
