Canela era un chiva que mi hermano se antojo de comprar, la cual cuando se la dieron le dijeron que estaba embarazada. Resulta que la chiva tenía malas costumbres, como que no le gustaba comer sola, era que había que pastorearla, acariciarla y hasta que ella escuchará la voz de alguien para comer.
Muchas veces canelita, no tomaba ni agua, y por más que viniera a verla el veterinario decía que era una mala maña que ya tenía.
Otra de sus mañas era chismear, ella no podía ver qué había gente hablando por allí, porque se paraba a escuchar y ver, no le importaba nada, ella iba directo a chismear, al igual que no podía ver que el carro de mi papá estuviera abierto porque iba y se subía, yo siempre decía que quería dar un paseo.
Y para dormir, ni se diga, donde la teníamos había una mesa de madera y ella pegaba un brinco y se acostada a allí, no le gustaba la tierra para dormir y tampoco el piso, si no, esa madera.
Pero a pesar de ser un animal silvestre, era muy cariñosa, uno se podía acercar y ella solo iba a jugar contigo como si fuera un perrito, muy linda la chiva. Hasta que no sabemos quién fue, la soltó y se la llevó, ojalá la pequeña canelita esté bien donde esté.