Los perros realmente requieren poco para estar felices; con una caricia, un lugar para dormir, comida, y es especial nuestro amor disfrutan a plenitud lo que les da la vida. Los humanos olvidamos esto frecuentemente. Nos quejamos siempre de lo que nos falta, sin agradecer lo que poseemos, la gratitud que poseen se percibe en mayor proporción en perros rescatados, parecieran decir gracias por todo a cada momento.
Los canes educados aprenden a esperar con mucha paciencia todo: sus humanos, la comida, la caminata, sin montar dramas ni alborotos, saben que lo que esperan llegará y lo aguardan con agrado, optimistas y en especial pacientemente. Los humanos nos estresamos, amamos la inmediatez, nos frustramos si no llega lo esperado e inclusive armamos todo un problema emocional por ello.
Un perro jamás pierde la capacidad de juego y de diversión, a la hora que lo invites a divertirse quiere, tiene un espíritu aventurero muy desarrollado y les gusta ir a lugares nuevos, cuando crecemos vamos dejando atrás ese niño que fuimos y nos complicamos con mucho y reímos poco, los perros mueven la cola si llegas, saltan algunos hasta hacen piruetas impresionantes solo de la alegría de verte.
Tengo un perrita a la cual llamo mi mejor amiga, su nombre Keisy, tiene conmigo dos años y unos meses, llegó a mí en un momento de mi vida diferente, ha comprendido muy bien mis estado de ánimo, quiere estar a mi lado en todo instante, inclusive y aunque parezca increíble cuando lloro me acaricia, como dándome consuelo y me invita a jugar. Me espera impasiblemente sin importar cuánto tiempo mirando a la puerta en espera que sea yo para mostrarme todo su afecto y celebración por mi llegada. En un principio no quería tener otra responsabilidad (un perro lo es) ahora agradezco mucho que esté en mi vida.
Con ella en medio de la soledad en ocasiones extrema, me siento acompañada y en especial percibo que un ser me ama y me es leal sin condiciones, por otra parte puedo serle útil a diario a mi querida keisy.
Invito a @zorjaime @marijoluna