En tiempos pasados cuando se hablaba del maestro se solía pensar en una persona seria, de carácter fuerte, con paciencia de corta duración y con un sentido claro de los límites de proximidad y jerarquía. Mamá contaba que cuando ella estudiaba en una ocasión un niño de su clase tumbo a otro al piso en una discusión y la maestra los colocó a ambos sobre piedritas por el tiempo que duraba el recreo (30 min) y luego les dio a cada uno una nota en la que invitaba a sus representantes a reunirse con ella. Ellos le dieron la nota a sus representantes y cuando les preguntaron que les dijeron sus papás, respondieron, nos dieron correa.

Hay muchos tipos de docentes, hoy día aún existen aquellos que mantienen sus limites y una especie de "frialdad" en el aula de clase, sin que esto signifique que sean malas personas o que no les guste su profesión. También hay aquellos que comparten de manera afable, lo que no quiere decir que dejen pasar los relajos en el aula o que toleren la indisciplina y mal comportamiento en sus alumnos. Me encanta decir que yo pertenezco al segundo grupo.

Una de mis profesoras en la universidad solía decir que cuando estudias te corresponde aprender acerca de las diferentes corrientes del aprendizajes y de cada uno de sus representantes. Así que, hablábamos del aprendizaje constructivista, cuyo representante, entre otros, era Brown y de los representantes del aprendizaje cognoscitivo, Ausubel, Bruner, Vygotsky, pero también nos decía que sin importar lo buenos que pudiéramos ser manejando estas teorías, los que iban a graduarnos serían nuestros alumnos, ellos serian quienes en definitiva nos darían la prueba de fuego y pondrían el título en nuestras manos.

Tengo más de 20 años de carrera y he podido constatar lo que mi profesora nos decía; La Universidad te otorga el nombre de tu profesión y rango: "Licenciada en Educación, mención "Integral", (en mi caso) sin embargo quienes te van a graduar realmente como docente, van a ser tus alumnos. Cuando tu estés frente a ellos, te puedo asegurar que todas estas teorías van a desaparecer de tu cabeza y empezarás a pensar en las ideas o posibles estrategias para lograr que tomen ese aprendizaje y lo hagan suyo.

Según la etimología latina, la palabra vocación significa "la voz interior que nos llama hacia una profesión o el ejercicio de determinada actividad" . Se requiere entonces de la vocación para poder ejercer una profesión como la docencia. En el maestro debe existir el amor al servicio, a la enseñanza, más allá del aspecto meramente económico o el enriquecimiento porque, en definitiva, este camino no lo llevará allá.

Cuando se es maestro los límites del amor se extienden según el número de niños que tengas a tu cuidado. Se requiere tener claro que el aprendizaje va para todos, pero no todos aprenden de la misma forma. Al llegar al aula el maestro necesita estar lleno de disposición y alegría porque hay niños que en ocasiones vienen de sus hogares con tristeza o desanimo y las primeras palabras agradables que escuchará ese día serán tus Buenos Días.

El maestro necesita tener un amplio conocimiento y al mismo tiempo estar lleno paciencia, valores, buenas ideas y sobre todo, algo muy importante, no dejar ir al niño interior que todos llevamos dentro pero que muchos abandonan con el transcurrir de los años. El maestro debe ser un ejemplo vivo de lo que su alumno relacione con el Buen Ser.