Me desperté temprano, a eso de las 5:30 de la mañana, me hice mi aseo personal, me puse mi ropa de caminar, monté a hacer el café y esperé a que mi hermana Agustina viniera por mí. Ella vive al lado de mi casa; y todos los días caminamos desde nuestras residencias hasta la Policlínica Carúpano, ya que mi hermana es enfermera allí. El recorrido es de 3 Kilómetros. Suelo dejarla allí y luego regresar a casa. Pero hoy mi ruta cambió, ya que sentí el deseo de ir a cumplir con Johana, una compañera de trabajo de mi hermana Rosita, quien recientemente acaba de perder a su hija única en un trágico accidente, acaecido en Colombia, el 15 de enero.
El caso fue que la profesora Johana decidió ir a buscar a su muchachita para Colombia. Se vistió de guerrera, y salió con el alma destrozada a reclamar a su muerta para tenerla a su lado y rendirle su última ofrenda de amor. Jhoana como al viejo Priamo no le importó rendirse ante nadie con tal de que le entregaran a su niña; y es que los muertos, sobre todo cuando son los hijos, hace que los padres desafíen hasta a la muerte misma.
Me permito colocar este fragmento final de la Iliada, de Homero, cuando el viejo Priamo se acerca a Aquiles para rogarle que le entregue el cuerpo de su hijo Héctor para enterrarlo con los honores que él se merecía.
Acuérdate de tu padre ¡oh, Aquiles igual a los dioses! De mi edad es él y se halla en el umbral fatal de la vejez. Quizá durante tu ausencia le opriman sus conciudadanos, y no tiene a nadie que le aparte el ultraje y la desdicha; pero al menos sabe que estás vivo, y se regocija en su corazón, y todos los días espera ver a su hijo de regreso de Ilión. Pero yo, ¡desdichado de mí! que en la gran Troya engendré a hijos irreprochables, aún no sé si me queda alguno. Cincuenta tenía cuando llegaron los aqueos. Del mismo seno salieron diecinueve, y en mis moradas parieron a los otros diversas mujeres. El impetuoso Ares ha roto las rodillas de la mayoría de ellos. Sólo uno defendía a mi ciudad y a mis pueblos, Héctor, a quien acabas de matar cuando combatía por su patria. Y por él vengo a las naves de los aqueos; y para rescatarle te traigo presentes infinitos. Respeta a los dioses, Aquiles, y acordándote de tu padre, ten piedad de mí que soy más desdichado que él, pues me he visto obligado a hacer lo que no hizo en la tierra ningún hombre, a acercar mi boca a las manos del que mató a mis hijos.
La hazaña de Johana de ir a Colombia a buscar a su hija, hizo que sintiera admiración por ella. Victoria era su única hija. Hoy 24 de febrero estaría cumpliendo 19 años, y los iría a celebrar allá, en el lugar de nunca volver, al lado de mi Dios, que seguro ha de estarla esperando, porque cumplió una misión en la vida: Convertir a Johana en madre; y ahora en un ser más bondadoso que antes, porque sabe que su pequeña va a su lado, diciéndole: "Mami, vive un día a la vez. Yo nunca te abandonaré".
Cierro mi post, invitándolos a disfrutar el Carnaval.
Nota: Todas las fotos fueron tomadas con mi teléfono Blu, modelo Vivo XL2.