He tenido días muy malos, así como buenos; pero entre tantas cosas, he aprendido que "A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien"; así que ésta es una dura historia pero con final feliz.

¿Cuál fue el día más terrible de tu vida? ¿Qué te ocurrió ese día?

Hace poco más de 8 años, comencé a sentirme muy mal de salud, tenía derrames de sangre constantemente, mis valores de salud se descontrolaron terriblemente, tuve que acudir a un médico ginecólogo para tratar mi situación.

Después de varios análisis y exámenes médicos especializados, determinaron que yo tenía un tumor en el ovario izquierdo muy grande, del tamaño de una pelota de beisbol.
Al recibir dicha noticia me decaí muchísimo; sentí a la muerte más cerca que nunca.

Tenía en ese momento junto conmigo a mi esposo y a mi bebé de 3 años apenas; no sabíamos que hacer más que llorar.

Recuerdo que al salir de ese lugar que no recibí esperanzas más que comenzar un difícil proceso de tratamientos, operación y terapias para tratar el tema; decidí más bien irme a un parque mecánico de diversiones, a ver si podía espantar mi tristeza.

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Mi niño de 3 años inocente de toda situación y preocupación, se divertía en los juegos, mientras yo lo miraba con lágrimas tímidas pensando en que lo dejaría solo si las cosas terminaban como parecía.
Recuerdo que el parque quedaba a orillas de un Rio y yo me desviaba a ese lugar para llorar mis penas y mis angustias; sentía que hubiese sido mejor no saberlo, pero ya estaba, así que había que continuar remando el problema.

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Mi esposo y yo empezamos un proceso de oración intenso, la verdad es que no teníamos ni un peso para cubrir los procesos médicos y yo me sentía cada vez peor.
A los meses, decidí cambiar de médico, en otra ciudad, sinceramente no tenía dinero para hacer nada por mi, por mi salud y solo me refugié en la oración y en vivir un día a la vez, sin pensar en el mañana.

Me sentía mucho mejor de ánimos y aunque ese día de Enero del 2015 fue catastrófico para mi, en Mayo de 2015, las cosas cambiaron el panorama.

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Recibí una noticia diferente; el médico me examinó muy bien, me hizo varios análisis, ecografías y se dio cuenta que ya no estaba el tumor.
Ese que me dijeron que iría creciendo cada día, ya no estaba; en lugar del tumor, estaba un pequeño bebé creciendo en mi vientre, era más pequeño que el tumor, pero estaba allí. Mis sangrados habían cesado, mis malestares se habían ido, todo el mal se había fugado de mi; en lugar de eso, solo había un verdadero milagro.

De lo que fue un día de Enero de 2015, el día que más lloré en toda mi vida por sentir que había un diagnóstico desalentador para mi; se convirtió meses después en un bebé, hermoso y radiante; el más bello de todos, el más inteligente y sano de todos.

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¿Te han ocurrido terribles sucesos similares repetidamente en tu vida? ¿Cómo te mantienes alejado de ellos si ocurren? ¿Todavía te estremeces cuando recuerdas aquel terrible día?

Hasta ahora, no he experimentado nada igual, pero de llegar a repetirse la historia, sé que pase lo que pase, Dios está al control.
Cuando me acuerdo de estos sucesos, solo puedo dar Gloria a Dios por su milagro, por sacar de mi la enfermedad y permitirme ser madre no de un hijo sino de 3 hijos. Mi salud está perfecta ahora, pero si Dios quiere llevarme a su presencia, aunque jamás nos sintamos preparados para la muerte, yo sé que mi Redentor Vive y él me cuidará.

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¿Qué lecciones has aprendido de ese terrible acontecimiento de tu vida y qué quieres contar a los demás al respecto?

He aprendido a esperar en Dios, a creerle a él.

A saber que las oraciones de los justos pueden mucho y que la oración de fe sanará al enfermo.

Dios puede cambiar nuestro lamento en gozo, él puede quitar un mortal tumor maligno y permitir que se engendren bebés.

ÉL tiene cuidado de ti y de mi; cuando somos hijos obedientes, que dependen de Dios, él manifiesta su poder con milagros y prodigios.

Las malas noticias, las enfermedades y las pruebas difíciles, también son para la gloria de Dios.