Saludos estimada comunidad Hindwhale Community me complace unirme a la dinámica del amigo @dove11, quien creo este fabuloso concurso que nos incita a poner a volar nuestra imaginación y como crear historias es una de mis grandes pasiones, aquí estoy; por lo que sin mas preámbulos, comienzo con el desarrollo de mi historia titulada como tal cual fue sugerida; ”Yo estaba pasando por el lago”
Parecía un dia como cualquier otro, lleno de normal cotidianidad; levantarme a una hora promedio en la mañana, orar, realizar mi aseo personal y montar de inmediato mi café negro bien cargado fueron mis primeros pasos tras acompañarlo de unos panes bien tostados. Había brisa fresca y me senté a las afueras de casa a contemplar el hermoso y nublado cielo que me acobijaba.
Adoro el contacto con la naturaleza, por ello me vine a refugiar aquí durante la pandemia, en mi cabaña cercana al lago de mi pueblito de nacimiento, alejada del ruido de la “civilización” y de los menesteres sociales cada dia mas hipócritas. Aun cuando la organización Mundial de la salud levanto la pandemia, no he querido regresar allá, aquí me siento muy a gusto en mi sublime soledad.
Al contemplar a diario la sublime flora a mi alrededor, siento que rejuvenecen mi espíritu; de hecho, contemplar el lago en todo su esplendor es algo que me fascina y extraño, si extraño teniéndolo tan cerca, porque deje de frecuentarlo en aquellos días de intensos contagios donde los números rojos de muerte impregnaban el panorama; podría decir que el pueblito junto al lago se contagió casi en su totalidad y lo que había en el ambiente era plena desolación, tristeza y caos .
En esos momentos alarmantes no dudaba en ir a caminar por zonas aledañas buscando el respiro de aire fresco que me obstaculizaba el tapabocas y un dia, cuando ”Yo estaba pasando por el lago” una serie de murmullos abrumadores me invadieron, miraba a mi alrededor y a nadie veía; en realidad, es una zona apartada y solitaria; solo en algunas noches de insomnio pude divisar a una distancia considerable desde mi ventana, la presencia de algunas personas de armaduras blancas bajando de un vehículo grande y abordar una lancha para arrojar elementos abstractos a mi vista sobre el apacible lago.
Retomando la apabullante situación de los murmullos, salí corriendo a refugiarme en mi cabaña, me prepare un cargado café para calmar mis nervios; quise creer que los aterradores murmullos que proyectaban una especie de intenso sentimiento de dolor e impotencia sin consuelo, eran producto de mi imaginación y no la cruda realidad; si, preferí pensar que estaba desvariando, a constatar que era verdad tan sombrío escenario.
Sucedió que me arme de valor y regrese al lago en un par de días subsiguientes; una vez mas, ”yo estaba pasando por el lago” y experimente la terrible escena antes descrita, solo que esta vez ya no se trataba de murmullos, eran gritos tangibles de dolor, de llanto; de una inmensa pena. Dichos alaridos estaban ahora acompañados de cientos de espectros que ilustraban personas de distintos tamaños, imagino que alusivo a distintas edades, en espectros no son distinguibles otros rasgos.
Lo que si pude divisar en ellos, a pesar de mi temor y desconcierto, fue el inclemente tormento que no los dejaba en paz ni un solo segundo. Con ese nuevo nefasto me convencí que no, que el terror vivido aquella vez cuando yo pasaba por el lago, no era producto de mi imaginación, terriblemente era real; tan real, que en las noches no podía conciliar el sueño porque los gritos de pena de aquellos espectros no cesaban de pedirme ayuda, ayuda, ayuda; lo per de todo, es que sin saber para que.
En un intento desesperado por llegar al fondo del asunto, me dirigí al centro de salud del pueblo, ya un poco desolado porque prácticamente no habia pacientes, tampoco personal de trabajo; el covid-19 fue acabando paulatinamente con ambos bandos. Sin embargo, ahí estaba el, el chofer de la ambulancia que tal vez una que otra vez, vi por la ventana de mi cabaña estacionada frente al lago y sombras blancas se bajaban de la misma a realizar acciones que no podía precisar.
Lo sorprendente de todo es que aun sin hablarle, se me acerco y me dijo:
”Se que estas en busca de la respuesta que tu ya sabes, pero de la cual deseas la confirmación. La respuesta es si, son ellos; los centenares de víctimas del virus a los que no se pudo dar cristiana sepultura por diversos motivos: por no propagar mas el contagio, porque fallecieron familias enteras, por no haber recursos de incineración; en fin, el asunto es que en una decisión irracional se cristalizo el acto irresponsable de lanzar los cadáveres al fondo del lago”
Aterrada di la espalda, mire al cielo en busca de una respuesta, de preguntarle a Dios si podía hacer algo por esas entidades en pena que no consiguen la paz a sus restos, el descanso a su alma; posteriormente, me volví al joven quien emitió su juicio a cerca de la situación para seguir indagando y una fría y densa brisa nublo mis ojos por unos segundos; al recuperar la nitidez en el ambiente, ya esa persona no estaba frente mi, ni siquiera por los alrededores.
Al dar su descripción a la chica de la recepción del centro de salud, me dijo que era imposible haberlo visto, pues murió víctima del covid en esos dias de caos; lo cumbre de todo, es que esta chica también desapareció al instante frente a mis ojos.
Llegue a mi cabaña desconcertada aun, pero ya no tenía temor, estaba enfocada en colocar un grano de arena para ayudar a estos espectros a encontrar la paz. Entonces tome mi mejor arma, la palabra de Dios y a diario, ya no solo paso por el lago; sino que elevo una oración por el descanso eterno de estas almas en pena. Debo destacar que cada dia, son mas tenues, menos abrumadores los murmullos cuando Yo paso por el lago
Es toda mi participación en este fabuloso concurso, participación inspirada en un relato de la vida real de un poblador de un caserío de mi pequeña ciudad y me pareció propicio darle vida a través de esta excelente dinámica, no de modo literal, pero si en escencia. Invito a mis amigas @mayberling, @mayepariata y @adriancabrera a (participar)
Fotografías propias de mi archivo personal, capturadas con mi fiel Motorola G1 y el Tecno Spark 8 T de mi hija