Busco la soledad para esos breves instantes en que la necesito... después la dejo marcharse.
Imagen diseñada en PowerPoint/ f
Leyendo en soledad/ F
Me gusta estar solo cuando necesito reflexionar, en los momentos en que me dedico a escribir o a leer con profunda atención, y en algunas ocasiones en que simplemente me complace aislarme de todo cuanto me rodea para encontrar un poco de tranquilidad, de paz interior. Sin embargo, jamás he considerado la soledad como un estado perenne de mi existencia, siempre me ha parecido que solo me resulta imprescindible durante esos breves períodos de tiempo en que realizo ciertas actividades.
En algunas oportunidades, sobre todo cuando estaba soltero y trabajando fuera de mi pueblo, me tocó pasar hasta tres días completamente solo en una residencia. Era una experiencia desoladora deambular de un lado a otro sin tener con quien compartir impresiones, sin otra presencia que me acompañara a sobrellevar la cotidianidad.
Vivir solo.../ F
Por nada del mundo me gustaría vivir solo, pero si el destino se empeña en ponerme a prueba, tendría que reprogramar mis convicciones y salir adelante. Echaría de menos, por supuesto, esa plenitud, la satisfacción, que he experimentado cada día al lado de mi familia, enfrentando adversidades y disfrutando todo lo bueno que nos depara la existencia; pasaría el resto de mis días, quizás, recordando el dinámico y emotivo intercambio filial para contrastarlo con la huraña soledad en que me encontraría, pero seguiría saludando cada amanecer, porque siempre habrá esperanzas mientras me encuentre vivo.
No es recomendable vivir solo, existen momentos en que necesitamos alguien a nuestro lado para que nos asista ante cualquier situación de emergencia o para compartir los pequeños o grandes eventos que experimentamos durante nuestro transitar por este mundo. Entonces, aunque seamos capaces de vivir sin nadie a nuestro lado, no es esta una condición que debemos anhelar.
Sociables por naturaleza/ F
El ser humano es sociable por naturaleza. Sus más primitivos instintos le demostraron que la vida en grupo resultaba más efectiva para sobrevivir, para compartir experiencias que le permitirían defenderse y evolucionar como individuos inteligentes. La soledad, por estas razones, es una forma atípica del comportamiento, aislarse de manera voluntaria y permanente de las demás personas representa una negación de la proverbial sociabilización de nuestra especie.
Sin embargo, tal como señalamos al principio, los momentos de soledad son necesarios para las personas. Muchas veces nos alejamos de los demás únicamente para experimentar el placer de estar sin nadie a nuestro alrededor. Existen labores, por otra parte, que debemos llevar a cabo en solitario, lejos de la dinámica efervescencia del entorno o de la intromisión de individuos que entorpezcan esos quehaceres que solo emergen desde la serena reflexión, desde la concentración que baraja sus opciones para determinar cuál es la definitiva… Esta es una soledad que se ciñe a esos instantes imprescindibles, pero sin caer en la misantropía.
Invito a los amigos:
@marifersalas,
@rosybelyepez y
@yenny47