Gritos agudos que rompen los cristales.
Sonidos capaces de quebrar lo intacto.
Heridas en lo más profundo, lo delicado.
Lo bello transformado en partes rotas, dispersas.
Lo brillante, en filos cortantes.
Cuando las manos insisten en juntar las partes.
En vano se hieren, sin saber.
Lo olvidan, y vuelven, una y otra vez.
Los bellos recuerdos se van diluyendo.
La ternura va olvidando el camino de regreso.
El alma sufre por ella, anhelante.
Las manos rotas dejan caer los intentos.
Los va soltando, los va dejando ir…
Las caricias duelen en las heridas abiertas.
Y van buscando el alivio, del animal herido.
La soledad.
El refugio que adormece la tristeza.