SEGUNDO CONCURSO DE ESCRITURA Y PINTURA / SECOND WRITING AND PAINTING CONTEST / #WORLD OF XPILAR

Gracias @franyeligonzalez por esta linda iniciativa del concurso apoyada por la comunidad #Worldofxpilar y @xpilar por la creación de la imagen.


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Fuente

LA FLOR SOÑADORA

La Flor Soñadora, vivía en la cumbre más alta de una montaña que estaba rodeada por el mar, sus distintas tonalidades de azul le encantaban, añoraba poder contemplarlo siempre, pero como estaba tan arriba, la mayoría del tiempo las nubes le tapaban la visión. Cuando la bruma se disipaba, podía recibir los potentes rayos del sol, y se sentía viva. Eso le permitía ver con nitidez todo a su alrededor y una pequeña playa donde el agua tocaba la arena con tranquilidad. Cada día, la Flor Soñadora esperaba ese momento y comenzaba a imaginar cómo sería vivir en aquella playa muy cerca del mar.

Luego de algún tiempo, la imaginación de la Flor Soñadora se convirtió en deseo y el deseo en el sólido propósito de hacerlo real. Primero tuvo que vencer sus propias limitaciones, después los miedos y más tarde la falta de voluntad de las demás flores:

— ¿Atravesar el mar?, imposible.
— No sobrevivirás, morirás en el intento.

Pero la Flor Soñadora continúo motivada con su idea e inspiró a otras flores a que la siguieran. Ella tenía talento musical y una buena voz, por lo que un día decidió hacer canciones sobre su sueño, pero las plantas envidiosas a su alrededor la miraron con extrañeza y comentaban entre ellas:

— ¿Qué bicho le picó a esa flor?
— ¡Quiere vivir cerca del Mar!
— Un tornillo se le zafó.

La Flor Soñadora no sé desanimó, y pensó: “al menos llamé la atención de las plantas del lugar”. Sus compañeras flores se peleaban con estas, pues se burlaban de ella cada vez que cantaba.

Así continuó día tras día con su sueño y comenzaron a esparcirse rumores sobre una flor soñadora que cantaba historias sobre vivir cerca del mar.

De distintos sitios de la montaña fueron llegando aves, insectos, monos, lagartijas y toda clase de animales para conocer a la Flor Soñadora. La curiosidad de los animales se convirtió en simpatía, después en ganas de ayudar y por último en planes muy serios para que la Flor pudiera llegar hasta la playa. Algunas ideas eran descabelladas y otras poco probables, hasta que la cordura del sabio búho los enderezó:

— Por aquí llegan algunos humanos en busca de ostras, se sumergen en las profundidades del mar y dejan sus botes amarrados a un muelle improvisado.

Doña Iguana entusiasmada, complementó:

— Esa puede ser la solución amigo búho, usaremos el bote de los humanos para trasladar a la Flor Soñadora.

El líder de los monos con suma rapidez, agregó:

— Sí, yo desataré el bote cuando los humanos estén buscando las ostras.

El loro sensato añadió:

— Eso está muy bien, pero no hemos pensado como la Flor sobrevivirá a la travesía sin tierra y sin agua dulce.
— Querrás decir “a las flores”, amigo loro, recuerden que no va sola. —Replicó Doña Iguana.

La liebre sagaz, contestó:

— ¡Ya sé!, ¡usaremos conchas de caracol como macetas!

Durante los días siguientes se realizaron los preparativos para la travesía, la apropiada despedida de las flores donde hubo comida, bailes, canciones y mucha alegría.

Por fin el día del viaje llegó, los humanos estaban como siempre buscando ostras, el líder de los monos y el sabio búho, tenían preparado el bote para que todos pudieran montar a la Flor Soñadora y a su pequeño grupo de valientes amigas.

Ya lejos de la costa, el mar se puso furioso y empujó al bote hacia la orilla; su proa chocó contra la arena de la playa, mientras las flores salieron disparadas en diferentes direcciones: unas fueron a parar a los huecos hechos en la arena por los cangrejos y la Flor soñadora quedó entre las ramas verdes que crecen cerca de la orilla. Todas se miraron sorprendidas, daban gracias por la buena ventura que las había conservado intactas.

Gracias al esfuerzo de sus amigos, la Flor Soñadora hizo realidad su sueño de vivir en la playa, el rojo de las flores se volvió vibrante, los animales de la montaña no dejaban de visitarlas y cada vez que se reunían entonaban canciones por la nueva vida.

El bote abraza la hazaña, duerme tranquilo.
El sol y el mar, encuentran su plenitud.

FIN.

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