Vivía de recuerdos y de trazos de tu vida,
tu voz hacia eco, en cada esquina te oía,
ya quienes me rodeaban no tenían rostros,
te imaginaba en cada paso y hora del día,
no sabía si seguía vivo o si aún dormía,
caí bajo al punto de una muerte suspendida.

La razón poco a poco se aparecía,
sabía que necesitaba de una despedida,
para darle un reinicio y eliminar la melancolía.
Tomé mis maletas y viajé donde vivías,
con algo de cobardía no te busqué,
esperaba en una plaza a ver si aparecías.

Pasaron los días, para mi segundos suicidas,
esperando tu llegada sin tener cita,
para ti un encuentro sin valor,
para mi la posibilidad de continuar con mi vida.
Nos vimos de lejos, yo un extranjero de paseo,
tu una madre con su esposo; me avergoncé,
continuaste con una vida completa,
mientra yo atascado en los por qués,
no dije nada, no crucé palabras ni miradas,
me sentí alegre por lo que tenías,
asombrado que ni una pizca de envidia sentía.

Comencé apreciar lo que me rodeaba,
me dí cuenta que Toledo es la mejor ciudad,
fue el mejor paseo y caminata que pude dar,
me sentía como un ciego que descubre la vista,
ya puedo ver los rostros de los demás,
no hay ecos ni susurros de su voz,
dejé de soñarla y de pensarla, ahora es pasado.

Quizás un día de estos mi familia y yo viajemos,
paseemos por la misma plaza,
y nos encontremos para tomarnos un café,
o comer de esas tapas de pescado tan gourmet.

_{Origen de las imágenes: Propias del autor, capturadas con una Nikon Coolpix S3100, Toledo, España.}