¿Qué pasa cuando no quieres escribir?: Solo comparte.

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Escribo desde hace mucho tiempo, tal vez desde que era niña, escribía en cuadernos que luego botaba, que no me importaba conservar, solo escribía porque de alguna forma lo necesitaba, no había presión de ningún tipo solo el placer de plasmar letras, ideas, sentimientos, un tratar de dar forma a algo que por dentro no lograba descifrar, darle forma con palabras era una manera de poder mirarlo fuera de mí, dejarlo allí en un papel, era como hablar a un amigo amado.

Un amigo no te juzga, no te rechaza, solo está allí, solo comprende, así como dice esta palabra: comprende. Comprender es abarcar, sostener, abrazar.

Claro que había épocas en las que no escribía, irónicamente era en los momentos felices, cuando eres feliz es como si no hubiera necesidades.

Más tarde cuando empecé a escribir en blogs, ya siendo adulta, disfrutaba compartir con otros, sin embargo, luego de un tiempo me di cuenta que por momentos fui perdiendo el deseo de la espontaneidad, ¿cómo ser espontáneo cuando cualquiera puede leerte? Así que tuve que lidiar con esto y muchas veces no supe cómo o qué escribir.

Cuando se escribe para otros es inevitable enfrentarse a estas preguntas, pensaba que no siempre los otros querrían leer lo que escribía y otras veces no quería compartir ciertas cosas… en ese dilema muchas veces deje de escribir.

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Pero seguía necesitando escribir y además también quería compartir, hasta que una persona me dijo “escribe acerca de lo que sientes, de lo que estas viviendo, no importa si gusta o no… solo escribe”. Y me dije: no puedo, porque estoy deprimida, entonces me dijo: “escribe de eso”.

A veces lo intente, y otras veces pensé, ¿qué pasa si no quiero? Simplemente no quiero y no lo haré. Y así paso un tiempo, simplemente me deje estar así.

Y pasaron los días y los meses. Me di cuenta que empecé a mirar con atención las cosas más pequeñas y ordinarias, como el que anda por un desierto y mira con asombro un pequeño cactus que consigue por el camino, empecé a observar los espejismos que me pintaba ese desierto, y supe del proceso de crear, de crear de la nada.

Y crear de la nada para mí fue empezar a observar, descubrir otra vez la curiosidad ingenua, la alegría de tan solo “mirar”, “escuchar”, ¿has escuchado el soplo del viento? ¿no imita la música los sonidos de la naturaleza? ¿Has mirado con calma la profundidad del horizonte que se pinta de azul? ¿O has descubierto alguna vez que hay lugares donde casi se ve la redondes de la tierra, la inmensidad…?

Volví a cuando me acostaba en la azotea en la casa de mis padres a mirar las estrellas… Solamente las puedes descubrir si te quedas allí lo suficiente… en esa oscuridad. ¿Sabías que es en los sitios más oscuros donde el cielo se colma de estrellas? Es porque en las ciudades las luces no permiten verlas.

Escribimos con nuestro mundo interior, y ese mundo necesita silencio y espacio para encontrarse, necesita los desiertos, los temidos desiertos.

A veces le tememos a los desiertos, pero es allí donde lo más insignificante cobra valor.

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Siempre recuerdo aquellas palabras que aparecen el la Biblia donde Dios le dijo a su pueblo “te lleve al desierto para probar tu corazón”.

Es en el vacío, en la tristeza, en esa oscuridad cuando de verdad descubrimos qué tenemos dentro.

Yo no podía escribir, no podía compartir del dolor, solamente encontré las formas de mirar un poco más arriba, un poco más lejos, buscar el horizonte.

Descubrí que no estaba sola allí, que otros que tratan de encontrar la luz que se cuela hacia la oscuridad, conocían eso que yo había conocido… y los comprendí. También comprendí a los que de alguna forman no pudieron hallar esa luz y mi corazón lo sintió, realmente lo siento siempre.

Siempre se nos dice que todo, todo sirve para algo, hoy sé que no solo sirve, a veces solo son muestras para que podamos comprender a otros y también abrazarlos.

Compartir, hoy tengo una certeza de que compartir es lo más grande que podemos hacer en esta vida, dar de nosotros, es la forma en que podemos marcar una diferencia en un mundo que para muchos puede tornarse hostil, nosotros podemos marcar esa diferencia, podemos dejar una huella.

No siempre es lo hermoso lo que se necesita compartir, a veces solo tenemos que contar, y decir. No solo en la belleza o en la alegría nos encontramos, nos descubrimos también en la tristeza y el dolor, allí también descubrimos que somos humanos y que no estamos solos.

Ojalá podamos compartir siempre cuando de verdad más nos necesitan. Y ojalá podamos compartir cuando más lo necesitamos.

Es en los desiertos en los que descubrimos las realidades, quienes están a nuestro lado, es allí donde descubrimos el perfume de una flor, la suavidad de la brisa... lo hermoso de lo espontáneo, el valor de tantas cosas. Ojalá podamos ser esa pequeña luz que se cuela en la oscuridad de algunos o de muchos…

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Muchas gracias por leer y comentar.

Las fotos son de mi autoría la tome con un teléfono Samsung SM-A105M.

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