¡Hola queridos amigos!
Hoy quiero dirigirme a todas aquellas mujeres especiales que de una manera u otra, han dejado huella en tu vida, con las que compartiste momentos especiales, tal vez con la que fundaste una familia, con las que forjaste una amistad inquebrantable, a las que admiras por su entereza y valentía, aquellas que son parte de tu entorno familiar con las que has vivido o sufrido la enfermedad o la pérdida, a las abuelas que aún conservas o a las que han partido y que ocupan un lugar especial en tu corazón, a nuestra madre, ser único e irrepetible capaz de generar vida de mil y una forma. A todas ellas dedico este poema inspirado en cada una de las letras que componen su nombre.
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¡Madre! Mi ser más preciado que me ha dado la vida, inigualable, irrepetible, fuente del amor eterno, alma de mi alma, suenan sus palabras en mi corazón que no olvida tu partida. Mamá me inspira, confianza, alegría, amor inquebrantable, confidente, madre mía. Sólo Dios sabe lo que sentía cuando no llegué a tiempo a tu despedida. Que efímera y cobarde es la vida, cobrándome de esta forma tu partida. ¡Eres y serás siempre mi madre bendecida!
Universo de belleza, ojos negros, tersa y joven, un monumento, una sonrisa, plena de alegría, cabellos alterados con la brisa, te observaba noche y día, me cautivabas de prisa, te pretendía sumisa, pero tu belleza mi corazón conquista, ahora soy sumiso a tu belleza y alegría. Aceptaste mi corazón un día y hasta ahora eres mía, preso estoy de ti gemela alma mía.
Jugaste conversando a solas, peinando la cabellera de tu muñeca rota, deleitaste a tus padres como fans de ahora, pasaron veintitrés años y tu carrera asombra, inteligente como ninguna y batalladora, te has hecho mujer pero sigues siendo mi niña hermosa de la muñeca rota.
Eres un ser especial, la vida te llenó de dificultades, siempre tuviste el apoyo de mi madre, la distancia nos separa hermana, la edad se te vino encima, tus dificultades no discriminan, mi hermano está velando por ti como su misión de vida. Eres la mayor de todos, te extraño con alegría, poco perdón tengo por no abrazarte pronto hermana mía.
Recuerdo su letanía, ella era todo alegría, aunque escribir no sabía, era un sastre con maestría, su sonrisa y verbo contenía, tierna alma de bella lozanía, la extraño como el primer día, generosa, grandiosa, llena de sabiduría que da la vida, mi corazón la guarda sin despedirla, jamás dejaré de amar a mi abuela querida.
"Gracias por tu visita y te deseo muchas bendiciones en este día"
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