Abuso sexual en la niñez: La importancia de la comunicación/ Viernes de Psicología

I.- La percepción del problema


Era yo todavía un estudiante universitario, al igual que mi fraternal amigo, Joaquín Rodríguez, con quien, de manera frecuente, me iba a su casa a realizar tareas propias de ese exigente período de formación académica. Para esa época, ya Joaquín estaba casado con la mujer de su vida, María Elena, y tenían una hija preciosa, de siete años de edad, llamada Viviana. Yo apreciaba, con sinceridad, a esa niña, conversaba mucho con ella y bastantes veces me sumergí en sus juegos para acompañarla y divertirnos en los momentos en que las ocupaciones universitarias nos daban un respiro.

image.png
Fuente

Fue por eso que, para aquel entonces, me sentí incómodo, y algo ofendido, quizás, cuando María Elena se negó rotundamente a que su hija se quedara sola en casa conmigo, mientras ella y su esposo salían a realizar urgentemente una diligencia. Miré en el rostro de Joaquín su contrariedad y me di cuenta de que ya estaba a punto de iniciar una discusión con su compañera, pero, como siempre he sido partidario de evitar, por todos los medios, altercados innecesarios, les dije que ya debía marcharme, que se fueran todos tranquilos a cumplir con lo que debían hacer.

Mucho tiempo después, durante esos años en que mis hijos estuvieron pequeños, comprendí cabalmente la actitud de María Elena. Yo, por supuesto, ni era ni soy capaz de agredir en modo alguno a un niño, sin embargo, es una verdad comprobada que los abusos sexuales hacia los más pequeños son infringidos, la mayoría de las veces, por personas adultas en quienes ellos confían, por conocidos que se aprovechan de esa ventaja para cometer sus deleznables actos.

Se considera abuso sexual infantil cualquier interacción entre un niño y un adulto (u otro niño) en donde el niño es utilizado para estimular sexualmente al abusador o a un observador. El abuso sexual puede involucrar contacto físico o puede también ocurrir sin contacto físico. El contacto físico puede incluir tocar la vagina, pene, senos o nalgas, sexo oral y/o penetración sexual. El abuso sexual sin contacto físico puede incluir voyerismo (tratar de ver el cuerpo desnudo del niño), exhibicionismo (el abusador muestra sus partes privadas ante un niño) o exponer al niño pornografía.
Fuente

II.- La importancia de la comunicación


Es por demás evidente que los niños no están preparados física ni sicológicamente para afrontar comportamientos sexuales, provenientes de una persona que puede utilizar cualquier ardid para atraerlos hacia sus intenciones. En esta temprana etapa de la vida, el ser humano es, por naturaleza, candoroso y dueño de una inmensa curiosidad por conocer el mundo que le rodea. Su mente aún no se halla condicionada para discriminar esos peligros latentes que se encuentran mucho más allá de sus preocupaciones existenciales; es un ente maleable, cuyo desarrollo personal dependerá de las experiencias que le depare la realidad dentro la cual se desenvuelve.

Por todas estas razones, los padres principalmente deben tomar todas las precauciones posibles para evitar que sus hijos sean objeto de abuso sexual. Es imprescindible, sobre todo, la comunicación responsable y sincera. Los niños deben conocer con certeza, por ejemplo, sin eufemismos de por medio, los nombres formales de sus genitales, así como sus funciones, además recalcarles que son partes privadas que no deben mostrarse, a la ligera, a ninguno que pretenda mirarlas o acceder a ellas.

Es conveniente hacerles entender que todo cuanto les sucede deben transmitírselo a sus progenitores o a los adultos encargados de su crianza. Estos, por su parte, tienen que demostrarles a los más pequeños que les importa, que toman muy en serio, lo que ellos tienen que decirles. El ambiente hogareño debe ser un espacio de confianza, en el cual, tanto niños como adultos, puedan expresarse sin que ningún tabú se encuentre de por medio. De esta manera, los hijos no tendrán ningún reparo en comunicarles a los padres si existen o se consiguen con personas mayores que les prodiguen sospechosas atenciones o intenten un contacto físico desproporcionado.

En caso de que un niño les comunique a sus progenitores que ha sido objeto de abuso sexual es necesario escucharle con la mayor atención posible para hacerle entender que se trata de un asunto muy serio, que él no tiene nada de culpa en lo que ha pasado, que ha hecho lo correcto con decírselo a ellos y que, en seguida, procederán a realizar todo lo que se encuentre a su alcance para que la situación sea corregida. No debe importar, obviamente, a quien el pequeño señale como agresor, aunque la identidad de este represente para los adultos un tremendo impacto emocional; lo esencial, en esos momentos, es atender y confiar en lo que expresa el niño porque su salud, su evolución física y espiritual es lo que se encuentra en juego.

Por lo general, los niños que han sido víctima de abuso sexual y no tienen a su alrededor personas adultas a quienes contarles sobre sus problemas, o las que existen no se comunican con ellos, porque no consideran importante lo que tienen que decirles, pueden mostrar conductas anormales que desembocan, con frecuencia, en severos traumas. Los pequeños que no son atendidos, con la seriedad que amerita el caso, como víctimas de estos percances corren el riesgo de sufrir de ansiedad, de depresión, de mostrar comportamientos agresivos, de evadirse de su entorno para dejar de lado todo lo que antes les importaba… en pocas palabras, comportarse de una forma diferente, o inadecuada, con respecto a la que antes solía manifestar.

Debido al tremendo choque sicológico que comportan los casos de abuso sexual, se hace imprescindible, muchas veces, que el agraviado no solo reciba todo el apoyo espiritual que su entorno pueda brindarle, sino que es indispensable remitirlo con profesionales que atiendan tanto las heridas físicas como las conductuales. Así mismo, es conveniente, en determinados casos, que el resto de la familia sea revisado bajo parámetros similares, ya que no se encuentra, de ninguna manera, exenta de estos mismos problemas.

Lo esencial, sin embargo, es que a través de la comunicación se logren prevenir estas situaciones indeseables o que se puedan canalizar, de la manera más sensata posible, en caso de que lamentablemente ocurran.

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
16 Comments