_{Portada diseñada en PowerPoint/ Leoncio Castro / Apure-Venezuela / Agosto 2022}

Un café para evocar

La mañana despertó oscura y fría con nubes en el firmamento, y Juan se dirigió a su cocina para prepararse su acostumbrada taza de café pero al buscar en la alacena se dio cuenta que ya no tenía café que era lo único que tomaba antes de irse a su faena diaria.

Como no tenía café tomó un vaso de agua, luego agarró dos mangos que tenía en la nevera y un trozo de queso llanero y con él rellenó un último pan que le quedaba en la mesa, lo metió en una bolsa y esta en su mochila y se dispuso a marcharse a su trabajo. En el trayecto al pasar por el frente de la casa de su vecina lo sorprendió el delicioso aroma de un café recién hecho pero se conformó con el simple olor continuando su recorrido.

Al llegar al centro del pueblo y pasar por el mercado escuchó que un pregonero anunciaba a dura voz la venta de café y pensó inmediatamente en comprar pero cuando se metió la mano en el bolsillo notó que no traía nada de efectivo. Aquello lo desilusionó mucho, pues tenía deseo de tomar su acostumbrado café.

Vendedor ambulante ofreciendo café y otros productos

Como no tenía dinero prosiguió su camino rumbo a su lugar de trabajo y justo al llegar a la esquina se encontró con su compadre Rafaelito, quien por mucho tiempo fuera su compañero de trabajo pero que por cosas del destino fuera despedido el mes pasado. Al verlo se saludaron y Rafaelito le pidió que le brindara un cafecito pues económicamente la estaba pasando mal. Ante la petición de Rafaelito, Juan le explicó que no cargaba dinero, que aún no había cobrado e incluso él también tenía deseo de tomarse un café pero estaba sin dinero. Entonces le ofreció el pan relleno de queso y luego de un rato de conversación se despidió y Juan continuó su camino.

Juan Dialogando con su compadre

Como iba algo retardado por la plática con su amigo Rafaelito, se metió por un atajo y justo al cruzar la calle vio a una pareja de niños mendigando y antes que estos le pidieran algo él sacó de su mochila los dos mangos y se los dio.

Los niños agradecieron el favor y se marcharon contento pero no tanto como Juan, quien a pesar que ya no llevaba nada para su desayuno de media mañana y ni un centavo en los bolsillos, sonreía de felicidad satisfecho de haber ayudado a aquellos niños.

Unos minutos más tarde llegó a su trabajo y cuando entró al taller notó que todos sus demás compañeros al lado de su jefe lo esperaban, y en seguida todos lo aplaudieron y de dentro de la oficina principal salió la hija del jefe con una hermosa torta y todos le empezaron a cantar el cumpleaños a Juan.

Un paste y una buena taza de café para evocar viejos recuerdos

Él no lo podía creer, ese día estaba de cumpleaños y no se recordaba y la sorpresa fue mayor cuando uno de sus compañeros se acercó con una cesta de comida diciéndole: “Estos víveres son un regalo de todos tus compañeros, quienes agradecidos de tantos favores hecho por tí hemos querido corresponderte con este presente”.

Juan con lágrimas en los ojos agradeció aquel detalle.

Y el jefe se le acercó en ese momento diciéndole: “Mi hija te ha hecho el pastel, pues aún recuerda que siempre desde niña le has traído de tu casa frutas y le has consentido incluso haciéndole dulces tanto cuando lo hacía tu difunta esposa como ahora que se lo has hecho tú.”

El mejor amigo y compañero de trabajo se le acercó con una taza de café diciéndole: “Mi esposa se recordó de ti y te mandó este café aromatizado con canela y papelón tal como se lo enseñó a hacer tu difunta esposa y espera que te gusté”.

Juan, de todos los obsequio agradeció más aquel último porque en cada sorbo de café evocó los felices días al lado de su extinta esposa.

_{Tomando el delicioso café para evocar momentos especiales/ Leoncio Castro / Apure-Venezuela / Agosto 2022}

Nota: Tanto la foto de portada como la última tomando café son de mi propiedad y fueron tomadas con mi celular Galaxy J1 SM J110M.