Generalmente soy una persona muy activa, me gusta hacer cosas, disfruto de tener mucho que hacer pero supongo que todos necesitamos de vez en cuando una pausa. Una pausa de todo, como que el mundo se vuelve un lugar abrumador y quieres tomar un control remoto para poner pausa y dar un suspiro. Pero así no funciona la vida, si me detengo la vida sigue, el mundo sigue su ritmo y yo solo acumulo cosas que hacer.
Últimamente no me he estado sintiendo bien pero aquí estoy querido diario, para contarte mi día viernes.
Foto mía, tomada de mi teléfono Tecno Pova. San Fernando, Apure
Salí temprano al trabajo, me fue bien aunque me costaba mantenerme enfocada. Cuando regresé a casa entré en una zona desconocida en mi cabeza. La indecisión, por algún motivo me costaba definir qué hacer en la tarde, o simplemente seguir mi rutina de siempre.
Tenía clase de baile pero me sentía desanimada, además que no pude aprender la coreografía. También quería aprovechar y comprar unas cosas que necesitaba. El tiempo iba pasando y yo ni decidía qué hacer y mi hijo también quería saber si iba a salir con él. Sabía que tenía que levantarme, hacer algo, cocinar el almuerzo al menos mientras decidía. Era una decisión tan fácil pero estaba atrapada en una especie de parálisis por análisis. Terminé cocinando tarde y decidiendo salir con mi hijo a última hora.
Foto mía, tomada de mi teléfono Tecno Pova. San Fernando, Apure
En el camino comenzamos a competir quién veía una casa recién pintada primero, al principio me costó salir del mundo del pensamiento para estar más consciente con mi realidad pero con este juego pude mantenerme más atenta. Conseguimos lo que estábamos buscando y conversamos mucho.
Caminando por una plaza de nuevo comencé a sentirme un poco mal, con una presión en el pecho. Entonces recordé una estrategia que consiste en mirar un objeto detenidamente, olerlo, tocarlo, de esa forma se tranquiliza un poco la mente. Así que le señalé un árbol a mi hijo, tocamos su tronco, describimos cómo se sentía, olimos sus hojas, y estábamos describiendo el árbol cuando noté que un señor me miraba con suspicacia desde detrás de unas rejas.
Intenté ignorarlo pero salió y se acercó a mí con recelo. Le di las buenas tardes y él me las devolvió. Decidí seguir caminando con mi hijo mientras sentía la mirada del señor en mi espalda. No sé qué pasaría por su mente, tal vez pensó que iba a dañar alguna planta ornamental, aunque no recuerdo haber visto una. Seguro había plantas con flores bonitas que pensó que iba a arrancar. No lo sé
Foto mía, tomada de mi teléfono Tecno Pova. San Fernando, Apure
Cuando llegué a la casa salió Willi a saludarnos con alegría, yo hice la cena para mi hijo y mi papá. Me puse a escuchar unos audios e intentar dibujar un Zentangle, pero no quedó muy bien. En mi defensa primera vez que lo intento.
Foto mía, tomada de mi teléfono Tecno Pova. San Fernando, Apure
Es un tipo de meditación mientras dibujas te tranquiliza. Es un ejercicio para la ansiedad. Se supone que me ayuda a mantener la cabeza en el presente y a relajarme. Le eché algo de color luego aunque no se supone que lleve color.
Llegó mi sobrino Álvaro y me preguntó si esa era mi carta de niño Jesús, que tenía que hacer mi carta. Le dije que era un dibujo, pero no quedó muy satisfecho, entonces lo convertí en una carta con su ayuda. Me hizo gracia, me dió las indicaciones y luego fuimos y la colocamos en el nacimiento. Los niños tienen una forma muy bonita de sacarnos una sonrisa.
Foto mía, tomada de mi teléfono Tecno Pova. San Fernando, Apure
Me tomé un té y luego me fui a intentar dormir.
Agradecida por otro día más.