¡Feliz y bendecido inicio de semana!
Un día me levanté con toda la intención y disposición de comenzar nuevamente. Renuncié a cosas que quería y otras que no pero, era necesario hacerlo porque para la nueva etapa, todo debía ser nuevo. Al principio tuve miedo ya que, aunque parece sencillo, es un proceso muy doloroso, sin embargo, recordé la historia del águila y eso fue suficiente para mantenerme firme en mi deseo de renacer.
El primer cambio que hice fue, renunciar al 65% de mis libros. Algunos eran nuevos y otros estaban conmigo desde la infancia. Al hacerlo, lloré y estoy segura que ellos en su mundo también lo hicieron porque, fueron años de hacernos compañía. Hubo uno en particular que más me impactó dejarlo ir ya que, a pesar de sus hojas amarillentas y el agradable olor antiguo, la realidad que estaba oculta en ese libro es que, con el aprendí a leer y escribir.
Un libro que lloró por la despedida que estábamos teniendo, fue El Principito porque, él sabía que no existirá otra persona que llore desconsoladamente como lo hice yo cada vez que lo leía y él, muy caballerosamente limpiaba mis lágrimas. Conozco de memoria esta historia y aún así, lloro de la misma forma que lo hice cuando lo leí por primera vez.
Mi papá tomó la decisión de guardar las hojas donde tracé mis primeros garabatos. Él me cuenta que para mí, en esa época estaba escribiendo algo fenomenal y le pareció ideal guardarlos para mostrarme cómo fue mi primer trazo ilegible pero, lleno de mucho amor e inocencia.
Años después, a esos garabatos decidí crearles una historia para contarle cuentos a los niños que visitaba en una casa hogar. Esa fue mi manera de aplicar la fantasía que aprendemos en El Principito y a su vez, llevarle un cuento infantil a un grupo de pequeñitos que más adelante, iban a amar leer El Principito de la misma forma que lo hago yo. Les confieso que cuando hice eso, me sorprendí porque no imaginé que esos trazos iban a ser motivos de tantas sonrisas e ilusiones para unos tiernos pequeñitos.
Cuando transformé los trazos en una dulce historia, noté que en esos garabatos detallaban más mi personalidad y sentimientos que mi propio cuerpo porque, en ese momento quien me veía, sabía que no estaba nada bien a causa de una bestial depresión pero, desconocían cómo soy. En vista de esto, aprendí que un objeto tiene la facultad de hacernos ver lo que debemos mejorar o cambiar.
Desprenderme de estos garabatos transformados en una historia fue sencillo porque, me dejó la lección de que un objeto tiene la facultad de darnos excelentes lecciones de vida y, transformarnos en mejores personas al momento de decidir comenzar una nueva faceta en nuestras vidas.
Tal vez se pregunten, ¿Por qué renunciar a algo que de una u otra forma era inocente y enfocaba una parte de mi vida? Bueno, la respuesta es simple; durante muchos años, esos garabatos, libros y otras cosas más de las que me desprendí, ocultaban momentos de mi soledad y tristeza en medio de la depresión. Ya era momento de deshacerme de ese mal y por ello, aunque quisiera o no, era necesario que se fueran para así liberarnos mutuamente.
Luego de desprenderme de las cosas materiales, procedí a dejar mi soledad y antes de hacerlo, ella me susurró al oído que aunque la deje ir, siempre estaremos juntas porque ambas somos parte de una y la otra. Ella tenía razón porque, es imposible que en algún momento de la vida no nos sintamos solos, sin embargo, específicamente la que estaba dejando ir, si que jamás volvería a regresar porque, el daño estaba siendo superado.
Haciendo referencia a la tristeza, esta sí que la dejé ir sin remordimiento o miedo. Ella me robó muchos momentos de felicidad y sinceramente, no tenía ningún interés de continuar teniéndola cerca de mi. En su momento, deposito su bacteria en una de mis células, sin embargo, la vacuna que me coloqué fue suficiente para exterminarla.
Para comenzar de nuevo, es importante renunciar a los recuerdos que no aportan cosas positivas a nuestra vida y decirle adios a todos esos ingratos momentos, me permitió liberarme de un peso que me estaba difuminando cada segundo que transcurría.
Aquí incluí recuerdos fotográficos, objetos y memorísticos. Esta acción me costó muchísimo porque, suelo ser una persona que le gusta coleccionar recuerdos, sin embargo, logré desprenderme exitosamente de todo lo que era necesario.
Luego de hacer todo este despojo, llegué a una excelente conclusión y esta fue que, las cosas positivas y negativas que han sucedido en mi vida, en realidad estaban siendo piezas esenciales para que mi motor de vida, arrancara próximamente con mucho éxito porque al aprender esta lección, comencé a tomar mejores decisiones y me sentía libre al poder disfrutar como quería.
La vida, es una utopía y ciertamente, existirán heridas que no vamos a poder cerrar por completo, sin embargo, eso no es motivo para condenarnos a vivir anclados en algo que no nos suma. Lo correcto es transformar esa herida en una fortaleza y aprender de la lección que nos aporta dicha experiencia.
Todos merecemos un nuevo comienzo, por ello, llegó el momento de atrevernos a cambiar y aunque se deba comenzar de 0, eso no es impedimento para triunfar siendo la mejor versión de nosotros mismos diariamente.
Las imágenes editadas en esta publicación fueron creadas por mi a través de Canva con excepción de las citadas.