Se encontraban en un cuarto oscuro, hablando sobre cosas sin sentido, rodeados de vasos con alcohol y deseándose. Estos dos amigos habían compartido muchas cosas en tan poco tiempo que cualquiera diría que su amistad terminaría pronto. Quizás eso era cierto.
Ella se sentía libre de compartir lo que fuera con él, incluso secretos íntimos sentimentales y sexuales. Desde hace algún tiempo en su mente había escapado un pensamiento indecoroso mientras yacía disfrutando de sus placeres en la comodidad de su habitación. A oscuras, las confidencias que habían compartido regresaban a su cabeza y no quedaba de otra que apaciguar el calor que producían. Mientras que a la luz del día lo buscaba constante y desesperadamente, en donde y con quien estuviese. No había sentimientos más allá del afán de pasar tiempo con él, para sentir paz. Aunque parecía mucho, ella aseguraba que solo era un capricho de su nueva amistad.
Realmente su comienzo fue abrupto, tan rápido que en menos de dos meses ya sentía como si lo conociera de toda la vida. Hasta reemplazó a su confidente más cercano; era su nuevo mejor amigo. El problema fue que el deseo de tenerlo cerca se convirtió en una pasión frenética que levantó sospechas en algunas personas. No obstante, ella lo tomó con calma hasta que se encontró llamándolo para cualquier cosa, suplicando por su atención. Esa sensación la asustó pues ambos tenían compromisos con otras personas y a pesar de la cercanía, su relación no pasaría de la amistad. Sin embargo eso no evitaba que al verse sonriera más, lo abrazara constantemente o le confesara sus sentimientos: le quería demasiado.
Él por su parte, era correcto y profundamente amable. Sus ojos mostraban genuino aprecio y un amor inmenso. Solía coquetearle tímidamente, como si fuera un niño, sin embargo, él era el mayor. Estaba dispuesto a ayudarla en cualquier momento de necesidad, a ser su guía y cumplirle ciertos antojos. A veces, cuando estaban solos, hablaban muy cerca y en la delicada voz de él se escapaba un dejo de deseo. Entonces él acariciaba la pierna de ella suavemente. Por estas cosas, ella pensaba que se acaramelaban más de lo normal para ser solo amigos, pero quería tenerlo cerca a toda costa. Además una persona tan pura y correcta como él no comprometería su código moral, así que podían darse ese lujo. No obstante, cada vez que estaban tan cerca él solo pensaba en besar sus tersos labios y palpar todo su cuerpo. Ese cuerpo que lo llamaba, él la deseaba en todo momento. Pero su compromiso hacía que se mantuviera a distancia y solo se permitía pequeñas muestras de afecto.
Ahora, con tragos de más y sin compromisos ni pensamientos que los limitaran, recordaron todo eso. La conversación era animada pero no bulliciosa. Sus cuerpos se iban acercando gradualmente; los dos sabían lo que querían: estar lo más cerca posible. Hasta que un silencio, luego de una sonrisa, llevó a que sus miradas se encontraran y pensamientos cómplices los condujeron a un acercamiento lento. Sus corazones latían muy fuertemente, su piel se erizaba y se calentaba a medida pasaban los segundos. Al rozar sus labios las sensaciones explotaron, luego sus lenguas danzaron al ritmo del deseo, añejado como un buen vino. Ambos se dejaron llevar, la pasión se desbordaba y tenían ganas de más. Las mariposas en el estómago incrementaban, junto con el calor de la pasión. Así que comenzaron a tocar el cuerpo del otro con vehemencia, sintiendo al fin lo que imaginaron desde meses.
Fuente
P.D.: La segunda imagen es una foto que tomé de una fotografía encantadora de la Biblioteca de la Universidad Simón Bolívar, pero desconozco el autor, fecha de publicación y título, pues no estaba en el registro :(