Hace unos 55 años atras era una pequeña niña con apena 6 años vivía en un humilde pueblo de colombia recuerdo que para aquellos tiempos hubo muchos problemas económicos en el país, vivía entre varios hermanos, yo era la segunda de 6 , mi hermana mayor y yo vivíamos con mis abuelitos desde que tengo uso y memoria, lo cierto es que ellos nos criaron y dejaron huellas muy profunda en mi corazón.
Mi madre era una mujer con poca orientación de la vida, mi hermana mayor y yo éramos hijas de un primer matrimonio, razón por la que ella nos abandona para irse con aquel señor y forma otra familia, quedando nosotra muy niñas a cargo de mis abuelos, quienes nos protegieron y nos dieron el amor y afecto que nuestras madres nunca nos pudo dar; en aquel tiempo ya mis abuelos estaban ancianos, realmente los amaba tanto, a pesar de que a la hora de corregirnos cuando cometiamos alguna travesura típica de la edad, las palizas eran seguras, pero algo sí tenía claro, ellos lo sacrificaban todo trabajando para darnos los alimentos, a mi corta edad comprendía cuán inmenso era el amor que sentían ellos por nosotras, todo era compartido equitativamente, recuerdo como mi abuelita trabajaba y hacía costuras para las señoras del pueblo, así se ganaba la vida y ayudaba económicamente al sostén del hogar; de allí hacia nuestros lindos y sencillos vestidos, eramos muy felices con el gran cuidado recibido por ellos; mi abuelito vivía de la cosecha, éramos humildes pero, con muchos principios y valores.
Aquella casita donde pasamos nuestra niñez era un verdadero hogar acogedor, así crecimos hasta hacernos unas adolescentes. Al cumplir 18 años decidí viajar a Venezuela con rumbo desconocido y un futuro incierto, en busca de un mejor porvenir, y como Dios nunca falta, me encontré con gente muy buena, amables y de buen corazón, quienes me ayudaron a estabilizarme, lograron conseguirme un trabajo en casa de familia, allí limpiaba y hacía todos los quehaceres de un hogar. era un trabajo fuerte, pero como me decía mi abuela - ¡Dios premia la constancia y sacrificios! , mi anhelo era de poder ayudar a aquellos viejitos que deje atrás y que tanto extrañaba.
Con mi estadía en Venezuela, al poco tiempo conocí a una buena mujer, nos hicimos muy amigas a tal punto que parecíamos y nos apreciamos como dos hermanas, era mi vecina de una pequeña pieza de habitación donde pasaba los fines de semanas, tenía sus hijos, pero no tenía esposo, era madre soltera y por cuestiones de la vida tubo que trabajar en un burdel de la ciudad, así era como llevaba el sustento a su hogar; pero no podía negar que aquella mujer fue una excelente amiga, ella vivía su mundo y yo el mio. Al poco tiempo conocí a un elegante y atractivo hombre que ella misma me presentó. Para ese momento ya mis abuelos habían fallecido en Colombia, no tuve la oportunidad de verlos por últimas vez, para mi fue una experiencia muy trágica y dolorosa que marcó mi vida hasta el sol de hoy.
Yo seguía una linda amistad con aquella amiga y aquel hombre que conocí, poco a poco fue surgiendo una relación amorosa, él ya estaba divorciado y con unos cuantos hijos que no pasaban de 10 años, la esposa de aquel hombre estando embarazada muere dando a luz a su quinto hijo que igualmente fallece dejando a sus cuatros hijos pequeños y huérfanos de madre, yo amiga de aquel joven fui su gran apoyo por todo aquella situación tan lamentable que pasó; con el tiempo surge una relación más formal entre nosotros, así que me ofreció matrimonio, yo con un nudo en mi garganta y a la vez muy pensativa por el reto de cuidar a cuatro niños, pero el amor lo puede todo y fue ese el motivo que me llevó a aceptar unirme a él en matrimonio y formar un nuevo hogar; lo apoye en la crianza y educación de sus cuatro hijos, les entregué todo el amor que aprendí, y traté de inculcar en ellos lo mejor de mí, aun sin ser su propia madre.
Transcurrieron un par de años cuando concebimos a nuestra primera hija nos llenamos de felicidad por la llegada de nuestra pequeña; pero un mal acontecimiento nos acorralaba, lo despiden del trabajo, eso para mi esposo fue un golpe fuerte, ya que era quien llevaba el sustento al hogar. Ese fue el motivo por el cual se aferró al alcoholismo quien lo lleva a una total depresión, yo me sentía agobiada pero a la vez tenía que apoyarlo para que pudiera salir adelante de ese episodio que acababa con su vida; pase muy malos ratos, pero el apoyo que le dí se debió al amor tan grande que sentía por él y nuestros hijos. Aquellos muchachos mis hijastros crecieron y se hicieron unos buenos adolescentes a pesar de los problemas que nos rodeaban, pero mi lucha fue constante hasta lograr sacarlo de ese vicio tan fuerte, fue así como siguió creciendo nuestra familia, entre altos y bajos tuvimos cuatro hijos más.
Cuatro hijos de matrimonio que crecieron y se hicieron hombres y mujeres, siendo así mi hija mayor quien me diera uno de los regalos mas especiales de la vida, me hizo abuela por primera vez de una hermosa niña, nuestra consentida. Así sucesivamente fueron naciendo mis otros nietos, los amaba tanto que hasta creo que más que a mis hijos, aquel amor era inmenso y especial el que sentía por mis pequeños nietos. Mi primera nieta era quien vivía con nosotros día y noche, nos enamoramos de ella desde que nació y su madre (mi hija) permitió que ella se quedara en casa junto a nosotros, era nuestra compañera, igualmente mis otros nietos también recibian el cariño y amor de nuestra parte para que el día de mañana ellos hicieran lo mismo con su descendencia.
Hoy día cuento con 73 años, orgullosa de mi hermosa vejez, y de todas las experiencias vividas junto a mi compañero de vida, vivo feliz a su lado, después de tantas adversidades, logré mi sueño mas anhelado, el sueño de tener una familia completa y un hogar donde abunda el amor y la unión. Aquel amor tan grande que de mis abuelos aprendí igualmente se lo transmití a mis nietos, porque la vejez es una sola y resulta gran satisfacción llegar a una edad adulta y estar rodeada de un hogar con gente que te ame.
En la vida debemos sembrar para recoger buenos frutos a lo largo del camino; mi familia es mi maravillosa recompensa, no importa la edad, importan los buenos momentos de una larga trayectoria llena de experiencias y bonitos recuerdos para poner en práctica aquel cariño tan grande que recibí y siempre me hace recordar que¡Los abuelos que crían a sus nietos son inolvidables! y la juventud solo es la escuela donde aprendemos lo que en la vejez comprendemos.
La vejez en algo inevitable forma parte del ciclo natural de la vida pero... algo sí puedes elegir, y es como quieres que sea tu vejez.
VIVIMOS PARA ENVEJECER
Y ENVEJECEMOS PARA CONTAR HISTORIAS DE NUESTRO LARGO CAMINO RECORRIDO POR LA VIDA.
LA VEJEZ ES SINÓNIMO DE EXPERIENCIA.