Que hermosa oportunidad, con tanto que he escrito nunca le hecho nada a una de las personas más importantes de mi vida, mi maestra de 6to grado, un ser humano de excepción, físicamente una mujer alta , muy alta, con unos ojos de bondad extremo, con un pequeño Volkswagen que apenas si cabía en él.
El salón de clases era un aula semi abierta tenía tres paredes y lo otro era la salida a un jardín interno (año 1972-1973) todos los días sin fallar alguno de los alumnos debíamos llevar una semilla para plantar en el jardín la cual debíamos seguir regando y atendiendo luego de sembrada era responsabilidad nuestra, ella tomaba sus implementos jardineros y a solas con el o los que le correspondía se iba a plantar la semilla.
Llegó mi día, llevé una almendra (pepa) de mango y fuimos a plantarla en el citado lugar, ella con su palitas removía la tierra, hacia un pequeño hoyo en el suelo mientras me iba diciendo: “En estos momentos no lo vas a entender, esta semilla no solo la estamos plantando en la tierra, la estamos sembrando en tu alma, hay que sembrar para cosechar y todo lo que se cuida con amor, dedicación, constancia y disciplina…germina…yo espero así lo entiendas”. Culminábamos la plantación, y lo demás era responsabilidad nuestra. Pasé años en entender lo que en esencia mi maestra querida quiso decirme, me dio una enseñanza imborrable con aquel gesto y pequeño discurso.
El ultimo día de clases llegó con regalo para todos, Julio de 1973, acompañados con una tarjeta con un mensaje el mío decía: …”logra todo lo que tu corazón decida y si te equivocas vuelve a comenzar”: Con sincero cariño Lilia….gracias MAESTRA te digo hoy…he visto germinar y crecer mucho.
PD:La maestra Lilia sigue con vida…trabajando en una escuela privada, súper lucida y brindado servicio como coordinadora de maestros…bendiciones para ella.