Es un placer participar en la dinámica propuesta por su moderadora nuestra amiga, @anailuj1992, quien nos trae un concurso interesante para esta semana, "Un homenaje a mi maestro."

En mi época de estudiante, sobre todo en la primaria, tengo muchos buenos recuerdos y malos de mis maestros, por circunstancias de la vida, me tocó estudiar tres años internada, disfruté de buenos y malos momentos. En el campo donde vivía, existía una sola escuela que impartía clase hasta tercer grado, la mayoría de los muchachos no podían continuar sus estudios, no existía alguna ruta de transporte establecido que los pudiera trasladar hasta el pueblo más cercano, para que pueda continuar con los estudios.

Sólo teníamos la opción de continuar los estudios hasta sexto grado internados en una escuela llamada, Escuela Granja San Francisco de Asís, ubicada en el Estado Aragua, de lo contrario los muchachos se quedan a trabajar en la agricultura con sus padres y familia, las muchachas a ser amas de casa.

Cuando terminé mi tercer grado, decidí que me internaran los tres años, era una escuela mixta y con grandes extensiones de tierras, tenía un dormitorio bastante grande para las niñas y otro para los niños, aprendí bastante disciplina, aunado a la disciplina que me habían inculcado mis padres porque eran de carácter bastante fuerte, me amoldé muy rápido.

En esos tres años, hubo maestras y maestros que me halaban las orejas, me pegaban con una regla por las manos, cuando alguien del grupo se portaba mal, pagábamos todo por igual y nos dejaban un rato bajo el sol.

Pero no todos eran malos, había una maestra higienista llamada, María Eugenia, era un amor con todos y también conmigo, me llamaba, Chachita, y me encantaba que llamara con ese apodo. Ella vivía cerca del internado y, cada cierto tiempo, solicitaba permiso en la dirección y me llevaba los fines de semana a pasarla con ella y su familia, me trataba como si fuera su hija, me quedaron lindos recuerdos de ella.

También tengo bonitos recuerdos de la profesora Guillermina Palma, su función era enseñarnos a cocinar, lavar, planchar, y tejer, era muy cariñosa y muy paciente, me enseñó muchas cosas que todavía me son de gran utilidad. Por último, pero no menos importante, el profesor Nelson Martínez, su función era enseñarnos atender la granja de las gallinas y a sembrar las plantas comestibles, me gustaba manejar el tractor para arar las tierras, siempre me complació dejándome esa función y los demás a atender el gallinero, esos tres maestros son los que siempre recuerdo con mucho amor.