Steemblog 18: La felicidad de un gramo y una botella de wiski

Suelo de moqueta roja, paredes inexistentes, sin techo, apenas unas velas levitando en el vacío. Oscuridad.

La sala, por llamarla de algún modo en la que transitaba estaba vacía. Las velas en horizontal, colgadas de algún sitio sin cables aparentes daban algo de luz a lo que fuera aquello. Los años la habían llevado a esa sala. Años de soledad, de ser apartada por todos, compañeros, vecinos, familia y cualquiera que se cruzara en su camino. El alcohol y las drogas desde temprana edad para evadirse de todo aquello que la rodeaba no ayudaron una mierda.

Ni familia bien, ni desestructurada, ni nada por el estilo, simplemente inadaptada o quizá solitaria o desequilibrada mentalmente. Una problemática que en ese punto no importaba lo más mínimo. Estaba a la puerta del vacío.

Era guapa y en condiciones normales debería haber sido una madre amargada, con uno o dos críos que rara vez a lo largo del día vería por tener un trabajo de mierda y un marido que trabajaba como un bestia para pagar una mierda de casa de ochenta metros cuadrados y las decenas de facturas de cada mes. Libros, ropa, juguetes, comida, etc. Pero se sentiría feliz y lucharía por sus cachorros. En contra, era una bella flor apagada.

Sus vicios eran más caros de lo que pensaba y rápidamente no tenia dinero con que pagar sus gramos y sus botellas de wiski barato. El paso era lógico, pagar con su cuerpo. Desde los catorce, dejo que su pubis joven y sus turgentes senos pagaran sus gramos y alguna botella de wiski de medio pelo, mas bien. Una vida que la había llevado hasta ese punto.

Su padre, un buenazo trato de ayudarla y meterla mas de treinta veces en centros de desintoxicación, pero ni una semana duraba. Su madre lloraba por la casa, cuando ella no estaba y vivía de sus barbitúricos. Su hermana pequeña, cuando tomo conciencia de lo que pasaba, trato de ayudarla, de buscarle amigas y presentarle amigos suyos para ver si con una relación estable cambiaba su vida. Termino desistiendo. Al final decidió dejarla por imposible y vivir, hasta que llegara el momento. Era la racional y sabia que más temprano que tarde la vería un una caja de madera inmóvil y se alegraría, porque al final ella y sus padres descansarían.

Lo busco. Busco aquella absurda sala durante años, marginándose y dejándose ir. Se fue autodestruyéndose sin más, buscando un fin, que parecía llegar en aquella sala de hospital.

No podía respirar sola, así que una maquina la ayudaba. Los médicos fueron claros. Si despertaba seria de casualidad y si despertaba sin daños cerebrales, como si les hubiera tocado la lotería. Les dijeron que tenía el corazón mal, dañado y era posible que sufriera alguna complicación cardíaca que la matara. Tenia un golpe fuerte en la cabeza, seguro que de cuando se desmayo y empezó a convulsionar. Los riñones estaban algo dañados por la botella y pico de wiski diario, pero no debería de ser un problema a corto plazo. No tenia el VIH, así que lo tomaron como una victoria.

Tres noches. Tras tres días de llantos y angustia, a las diez de la noche más o menos, se hizo la oscuridad. Su corazón se canso de latir, algo que ya se había anunciado. No podían operarla para cambiárselo, estaba muy mal y aunque se hubiera recuperado o mejorado un poco, no le habrían dado un corazón, no a una yonqui que vendía su cuerpo por un gramo y una botella de wiski.


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