Hablar de crisis es muy distinto a vivirla en carne propia, todos pasamos por al menos una (en realidad varias) en nuestra vida. Crisis familiares, académicas, existenciales o banales; cualesquiera, ninguna se compara a un país destruido. Vivir en un país que se resquebraja día a día, en donde los niveles de frustración crecen de manera exponencial en todas las personas y en que se hace cada vez más difícil creer en la superación; puede convertirse en un reto personal difícil de enfrentar.
Sin embargo, es en estos períodos en los que las grandes cosas que ha logrado la humanidad se han gestado. Es la cuna de las posibilidades, el fuego por el que el oro debe ser pasado para convertirse en el mejor de su tipo, es la fuente de todas las cosas grandes que hoy poseemos; la gran oportunidad para crecer y aprender, y esto, es lo que me ha enseñado a mi hasta los momentos:
Familia y amigos, un verdadero refugio.
Es en estos tiempos que descubres el verdadero valor de las personas, especialmente de aquellas que forman una parte fundamental de tu vida, y, es que es difícil que el amor, la solidaridad, la comprensión y el respeto entren en crisis. En momentos de más frustración he podido encontrar en mi familia un refugio invaluable pues, ¿en dónde se compra ese momento de películas todos tirados en la sala de la casa?, ¿Con cuántos dólares puedo obtener un momento de conversación con mi sobrina en el que aprendo más que en todas mis horas de estudio sobre la vida?, ni con todos los millones del mundo, ni en los países más desarrollados del planeta, es algo que se construye en lo intangible, en lo inmaterial, en esa parte de la vida y la realidad que no parece real, en esa parte de la vida que puedes "sentir pero no ver"-lo más cercano a la espiritualidad para mi...
En mis amigos también puedo ver la capacidad que tenemos los seres humanos de hacer fuertes vínculos entre nosotros. Es increíble como personas que hasta hace unos años eran perfectos desconocidos, hoy comparten y se conocen como la familia más unida del mundo, es impresionante como una tarde después de un día agotador en la universidad, tarde en la que te sientas en la misma panadería de siempre a simplemente conversar, puede tener un impacto positivo en tu día a día. Una llamada para sólo saber cómo estás, un muestra de solidaridad casi incondicional, un abrazo... ¡Todo tiene un valor infinito!. Hace que todo tenga sentido. Por eso, a veces no sé si llamarlos amigos, familia, o qué cosa; pero son eso, la cosa extraña que es un fuerte amurallado para mi.
En conclusión, lo primero y más importante que he aprendido es que no hay mayor recurso que las personas, en especial las cercanas a ti, tu familia, tus amigos, tu gente... Cultívalos, valóralos e invierte en ellos el único recurso que realmente no es renovable en el universo: El tiempo.
P.D: Mañana seguiré escrbiendo sobre esto, no sé si alguien me lea, pero no pierdo nada, además me hace muy bien escribir, ¡Saludos!. :D
@chitty Ojalá puedas revisarlo ;)