Me despierto y deleito la oscuridad de mi cuarto casi olvidando que se hace más tarde de la cuenta, miro el reloj y ya son las cinco treinta, si no me apresuro puede que no llegue ya que el transporte público es casi tan escaso como la comida. Abro la nevera y agradezco a dios por al menos tener un trozo de pan para desayunar, el cual pude comprar luego de una cola en la que un señor me pedía algo de limosna, lo que él no sabía es que mi cartera estaba incluso más vacía que la mente de nuestros gobernantes.
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Me pregunto ¿hasta cuándo? ¿hasta qué punto?
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Estudio con más ganas de ayudar que de ganar algo de dinero, veo el miedo en los ojos de la gente al caminar en las calles, veo el hambre rebuscando en la basura. Gente que a pesar de la crisis crea más problemas, aquellos que piensan solo en el bien propio sin importar a quien se lleven por el medio y entonces vuelvo a preguntarme ¿Cuándo saldremos de esto? si la escasez se llevó con ella a los valores.
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Texto que nació de otro día gris en mi país.