Durante el proceso de creación del collage mantuve una inclinación hacia los soportes de tonos bajos, una característica asociada con el manejo de una propuesta acromática en escala de grises, que poco a poco se fue transformando con la inserción de algunos colores que contribuyeron a la consolidación del mensaje inmerso dentro del collage como recurso plástico, y de esta forma se dio paso a nuevas posturas en lo que se pretendía mostrar a nivel compositivo. Queda claro que es necesario generar una relación entre el material y el soporte ya que estos toman un papel significativo en lo concerniente a los criterios estéticos, abarcando desde la textura, la forma, el equilibrio entre otros, por esta razón opte por utilizar un tipo de cartón resistente como el soporte más adecuado en la construcción del trabajo, con una preparación sencilla de fondo con pintura acrílica para sellar los poros que posee el cartón y lograr una mejor factura.

Partiendo de estos señalamientos tomé como código contemporáneo la mancha violenta y la textura, entendiendo que estos códigos tuvieron su auge durante el periodo de postguerra impulsados por un gran número de exponentes vanguardistas, de allí la permanencia de la mayoría de estos códigos hasta nuestra época actual. En el siglo XX una de las corrientes que se introdujo fue la técnica del collage, propugnada por los artistas cubistas, con la intención de armar un discurso diferente, un mensaje más directo al espectador recreando en su mayoría los fenómenos sociales. Este sentido crítico es el que compone parte de la temática manejada dentro de este collage, el cual posee unas medidas de 110x75, en el que se distribuyen recortes de rostros femeninos partiendo de un punto áurico previamente realizado, hasta generar el recorrido visual hasta la parte inferior derecha, incluyendo frases pertenecientes a la misma revista