La filosofía y sus demonios: El genio Maligno

«Pienso, luego existo» ¿Quién no se ha topado con la famosa frase? ¿Quién no la ha usado más de una vez?... Hoy abordaremos el significado de esa frase que por mucho tiempo fue un poco oscura para mí. Hoy escribiré acerca de otro demonio de la filosofía: El genio maligno.

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Artwork: Net of being por Alex Grey, arte para el disco 10,000 Days de Tool Fuente

René Descartes, en su afán de llegar a los más basico, a lo infalible, a lo más puro; para luego a partir de allí, comenzar a elaborar su filosofía; además, consciente de lo engañosos que pueden resultar los sentidos; resolvió dudar de todo lo que tuviese algo de sospechoso, todo lo que no estuviese o no se mostrase muy claro. Empezó a dudar de todo aquello que lo rodeaba, de ustedes, de ellos, de mí, de él mismo, del aire que aspiraba y exhalaba... Al final, se topó con un gran muro, con un callejón, o mejor dicho: con ese principio fundamental de la filosofía que estaba buscando, el cual no podía ser quebrantado ni por las más extravagantes suposiciones de los escépticos. Con lo único de lo cual no podía dudar... Eso era, su propia existencia. Promulgó entonces su famosa sentencia: «Pienso, entonces existo» («Je pense, donc je suis»), también expresada en latín como: Cogito, ergo sum. Lo único de lo que no puede dudar un ser pensante es de su propia existencia, mas, ¿a qué se refiere realmente? Para ilustrar su análisis, dio nacimiento a su genio maligno.


El genio maligno


Un ser mágico capaz de simular un sueño eterno en mí. En el cual ustedes, yo como me conozco, todo el mundo sensible... no serían más que una perpetua fantasmagoría proyectada en mi mente por los poderes del genio. Algo así como lo expuesto en la película Matrix, con la diferencia de que para aquella época se hablaba de metáfisica y acaso de magia en vez de maquinas y simulaciones mediante programas. Mas... la conclusión de Descartes fue que no se puede dudar de la propia existencia, ya que de no existir, ningún demonio nos podría engañar. Aun cuando nada de lo que conozcamos exista realmente, aunque toda mi realidad sea falsa, si puedo pensar, si puedo experimentar, si puedo dudar... sabré que al menos existo.

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Fuente

Otras ideas similares surgieron, más cercanas a la ciencia ficción, una de ellas es la de El cerebro en una cubeta. Según esta, en un futuro con la tecnología y ciencia adecuada se podría simular una realidad mediante estimulos aplicados directamente a nuestro cerebro. Esta idea guarda aun más similitudes con la Matrix...

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Brain in a vat o Cerebro en una cubeta Fuente

¿Es este el mundo real? ¿Hay forma de saberlo? ¿Podriamos estar ya en el futuro y ser parte de una mera simulación, personajes de algún videojuego de un hipótetico y distante futuro? Borges dijo que una escuela de Tlön declara que la historia del mundo - en ella nuestras vidas y el más tenue detalle de nuestras vidas - es la escritura que produce un dios subalterno para entenderse con un demonio, ¿aplicará tambien esa idea aquí? Por otro lado Calderón de la Barca a través del monólogo del príncipe Segismundo nos indica que toda la vida es un sueño:


¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

(Calderón la Barca, La vida es sueño)


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Artwork: Cognitive, por Ben Tolman Fuente

Grandes incógnitas de la filosofía, que se desprenden a su vez de la duda metódica de Descartes. Sin duda es muy improbable que exista ese genio, o que no seamos más que el cerebro en la cubeta, por otro lado la improbabilidad no excluye la posibilidad...

Entonces, ¿es la vida un sueño?

D


Como siempre, espero sus comentarios y opiniones... sus ideas respecto a este fantasmagórico tema. Espero sobretodo hayan disfrutado la lectura. Les dejo a continuación la bibliografía a través de la cual conocí dicho tema y que me sirvió para la redacción de este texto. Para aquellos que deseasen ampliar la información acá expuesta, les recomiendo su lectura. Me despido, D.

Bibliografía
La duda metódica, René Descartes
El discurso del método, René Descartes
Los problemas de la Filosofía, Bertrand Russell

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