Concurso @Maracay / Mi lugar favorito - El Campo de Golf

Maracay, el verde en cada fracción de luz.

Llegue a Maracay hace más de 40 años. Por aquel entonces yo era un joven profesor que venía de Caracas a la provincia. Lo primero que me llamó la atención de la ciudad fue su maravilloso verdor. En el sur, en el centro y en el norte era común la presencia de grandes árboles, razón tenían los maracayeros en llamarla “ciudad jardín”.

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Desde el principio decidí que me iba a establecer, no tuve dudas en mi decisión de echar raíces en esta nueva ciudad. Me casé, logre tener mi casa, mis hijos y mis nietas. Maracay se convirtió en mi patria chica, me adoptó. Desde entonces digo que soy un maracayero reencauchado.

Al comienzo extrañaba dónde pasar el tiempo libre, la ciudad ofrecía pocas actividades para la diversión, el cine era una de ellas. Yo, que venía de la Capital, a veces sentía nostalgia de no encontrar otras formas de esparcimiento.

Tengo una anécdota de aquellos tiempos. Vivía por los lados de la Barraca, frente al club de suboficiales, el cine que me quedaba más cercano era el Principal, en la calle Miranda, hoy día el cine es un templo evangélico. La última función era de siete a nueve Pm, a esa hora ya no había transporte que me llevara a mi casa. Así que al salir del cine no me quedaba otra alternativa sino irme caminando con mi esposa hasta nuestra habitación en la Barraca. Lo hacíamos con total seguridad por unas calles solitarias, donde lo único que alteraba la rutina era algún borrachito saliendo de uno de los pocos bares de la zona.

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Atrás quedaron esos tiempos de placidez. Hoy la ciudad es una gran urbe con un ritmo mucho más acelerado.

Tres de mis hijos ya no viven aquí, se han ido a explorar nuevos mundos, pero yo sigo apegado a la luz y el verdor que todavía irradia la ciudad. Tengo la fortuna de vivir a los pies del majestuoso parque Henri Pittier, donde todavía es posible tener la dicha de despertarse con la cháchara que arman los loros y las guacharacas.

Mi sitio preferido, entre tantos que pudiera tener esta amable ciudad, es el hotel Maracay, hoy rebautizado Marriot. En su campo de golf he caminado con mis hijos y mis nietas. Son incontables las tardes que he pasado meditando plácidamente tendido en la grama, arrullado con el canto de los pájaros que con gran generosidad acompañan a cada visitante.

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Luego de cuatro décadas sigo dejando mis huellas en cada uno de los vericuetos de ese gran campo. Me he acostumbrado tanto al olor peculiar de su aire, al silencio y la quietud que habitan ese mágico espacio, que la desazón se apodera de mí cuando pasan algunos días sin encontrarme con él.

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A todas las personas les sugiero que le hagan una visita a este espacio privilegiado de la ciudad. Van a sentir una gran paz y volverán a sus hogares pletóricos de una sana energía.

Gracias por su tiempo.

Muchas gracias a los amigos de @Maracay por la iniciativa del concurso.

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Todos tus comentarios son bienvenidos en este sitio. Los leeré con gusto y dedicación.

Hasta una próxima entrega. Gracias.

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Todas las fotos son de mi autoría.

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