¿Nos enseñan los misiles inteligentes algo válido sobre la educación? Leamos.
En mis cursos universitarios suelo discutir textos de autores polémicos. Recientemente propuse una lectura sobre educación del autor Zygmunt Bauman , forma parte de un estudio amplio sobre lo que él llama “ modernidad liquida”. En otro post me referiré a ese planteamiento.
El misil y la educación.
Lo primero que enganchó la curiosidad de mis alumnas fue que en el texto asignado para la discusión, el capítulo cuarto del libro: “Sobre la educación en un mundo líquido”, Bauman utiliza una analogía muy creativa para hacer su propuesta de cómo debe educarse al joven en estos tiempos.
Si la vida premoderna consistía en una práctica diaria de la infinita duración de todo excepto la vida mortal, la vida moderna líquida es un ensayo diario de la transitoriedad universal. Lo que los ciudadanos del mundo moderno líquido descubren pronto es que en ese mundo no hay nada destinado a perdurar, mucho menos para siempre. Objetos que hoy se nos recomiendan como útiles e indispensables tienden a convertirse en historia mucho antes de haber tenido tiempo de asentarse y convertirse en una necesidad o un hábito. Nada está aquí para siempre, nada parece ser irreemplazable, esta es la creencia actual. Todo nace con el sello estampado de una muerte inminente.
En la analogía mencionada, el autor parte de una comparación entre los misiles balísticos y los misiles inteligentes para explicar varias cosas: cómo ha cambiado la idea de mundo que tiene una determinada sociedad, cómo ha ido cambiando nuestra manera de utilizar los conocimientos y cómo necesitamos replantear la educación para adaptarla a los tiempos que corren.
El misil balístico tenía una trayectoria pre establecida y determinada. El misil inteligente, por el contrario, busca su objetivo mediante un proceso de adaptación permanente en su trayectoria, tiene que reajustar momento a momento sus instrucciones para poder alcanzar al objetivo.
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El cambio educativo
Llevando la analogía del misil al plano de la educación, significaría, que nuestro modelo tradicional se quedó tan atrasado como el misil balístico. Para actualizarnos tendríamos que desarrollar la capacidad de aprender, desaprender e innovar, de acuerdo a la variabilidad de las situaciones que nos toquen. Claro, no tenemos que cumplir ninguna tarea destructiva como si lo hace el misil.
Lo que diferencia la agonía actual que supone el elegir de las incomodidades que siempre han atormentado al Homo eligens, el «hombre que elige», es el descubrimiento o la sospecha de que no hay reglas preestablecidas ni objetivos universalmente aprobados hacia los que apuntar, y que, en consecuencia, pudieran absolver de las consecuencias adversas en sus selecciones a quienes las han elegido. Cualquier punto de referencia o directriz que hoy parece fiable y merecedora de atención, con toda seguridad mañana será desenmascarada y definida como engañosa o corrupta
La resistencia a las nuevas ideas
Toda nueva propuesta se va a encontrar con la resistencia, es un comportamiento completamente lógico. Pocos se quieren exponer a la intemperie, todos queremos vivir en la seguridad. Hasta los más jóvenes pueden mostrarse reacios ante una nueva idea.
Veamos esta acotación que me hizo una de mis alumnas: ─ profe, pero esa descripción del autor es para una sociedad distinta a la nuestra, es para el mundo europeo─, a lo que respondí: Sí y no.
Es verdad que la caracterización de Bauman está pensada para la sociedad europea. En un sentido, podriámos decir que es eurocéntrica. Pero, ¿dónde me están leyendo? ¿Acaso no estamos compartiendo este escrito desde diferentes partes del mundo? ¿Acaso no necesité aprender un montón de cosas de la era digital para poder concretar este escrito?
No estamos en Europa, no vivimos europeamente, pero estamos insertos en el mundo global, eso es una realidad.
¿Podemos volver la espalda y desentendernos del asunto?
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¿Cómo es el mundo de hoy?
Si aceptamos, tal como señala Bauman, que vivimos en una sociedad donde la transitoriedad, lo superfluo, lo volátil, lo efímero son componentes esenciales del entorno de la vida, entonces, obligatoriamente hay que repensar nuestros modelos de enseñanza.
Hasta ahora nadie ha dado con la fórmula adecuada para preparar a la nueva generación.¿Qué es lo urgente y qué lo necesario?, ¿cuál de los dos debe ser priorizado?, ¿cómo combinar lo autóctono y lo foráneo?, ¿lo tradicional y lo moderno? Han sido las grandes discusiones en el mundo educativo.
Los filósofos de la educación de la sólida era moderna veían a los maestros como a unos lanzadores de misiles balísticos. Y los aleccionaban sobre las maneras de asegurar que sus productos siguieran el trayecto un trayecto determinado por el momento del disparo inicial que les estaba predestinado de modo estricto
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Nuestra principal tarea
La educación que hemos practicado aquí en Venezuela está asentada en una idea de mundo orientada hacia la estabilidad y la permanencia. Muchas de nuestras clases se siguen desarrollando como si estuviéramos en la época de los abuelos. Es verdad que se hacen innovaciones didácticas. Reconozco que se han cambiado métodos de trabajo, ahí si se notan los cambios. Pero en nuestra manera de concebir el conocimiento las cosas se mueven muy lentamente. Desde luego, esa es mi apreciación del asunto. Una más entre muchas.
Soy de los que opinan que los nuevos tiempos exigen miradas distintas. La vieja generación ─no tiene que ser la mía, puede ser la de los mayores de veinticinco años─ es la que tiene mayor responsabilidad en orientar y educar. Será necesario revisar cómo nos formamos. Es probable que tengamos que echar al olvido conocimientos que nos dieron seguridad en el pasado, habrá que desaprender. Pero la claridad de propósito facilita las tareas. Tener presente que los jóvenes necesitan ayuda para aprender a vivir en un mundo nuevo puede hacer la diferencia.
El invariable propósito de la educación era, es, y siempre seguirá siendo, la preparación de estos jóvenes para la vida. Una vida de acuerdo con la realidad en la que están destinados a entrar. Para estar preparados, necesitan instrucción, «conocimientos prácticos, concretos y de inmediata aplicación», para usar la expresión de Tullio De Mauro. Y para ser «práctica», una enseñanza de calidad necesita propiciar y propagar la apertura de la mente, y no su cerrazón.
La discusión queda servida.
Gracias por su tiempo.
