Mi amigo empezó el interrogatorio durante el viaje a Tetuán, no siendo que tuviéramos que darnos la vuelta antes de llegar:
-Vamos a ver Yamal. Esto no nos gusta nada.
-No puedo hacer otra cosa -contestó.
-¿Cómo que no puedes hacer otra cosa?
-No tengo pasaporte.
Se nos pusieron los pelos de punta.
-¿Cómo te atreves a venir sin pasaporte? ¿Tú no te imaginas en el lío que nos puedes haber metido? Pues buenas son las cárceles en tu pueblo…. Como para andar jugando.
-No jugando.
-¿Y cómo entraste en España?
-Con pasaporte si, pero yo perdido en España.
-A ver , Yamal, que nos vas a meter en un problema, vamos a parar y nos vas a enseñar lo que llevas en las maletas. Que puede ser que haya un control de policía y nos metes en un lío morrocotudo -le dije yo.
Se nos enfadó un poco al oír “morrocotudo”. Cada vez nos gustaba menos.
-No sé que dices. “cutudo” ¿Morro? No entiendo palabra “cutudo”
-¿Cómo que cutudo? Nada de cutudo. “Mo-rro-co-tu-do” -le dijo mi amigo.
-No entiendo -seguía porfiando-, morro cutudo. “cutudo" no entiendo. Lo estaba entendiendo como un insulto.
-No, hombre no, que no digo “moro”, además, "moro" no es ningún insulto, que digo “morrocotudo”. -Vaya un problema se nos presentaba, y que no salíamos adelante.
-A ver, Yamal, déjate de rollos y vamos a parar a ver qué llevas en las maletas…
-Cosas mías ¿qué voy llevar? Cosas mías, papeles, ropa, regalos para sobrinos. No hay problemas, yo sé caminos mejor que carretera Tetuán. Caminos no principales. No hay policía en caminos. Policía solo en Carretera. No problema.
-Venga Yamal, déjate de rollos y abre las maletas, paramos cuando encontremos unas sombras. No obstante accedimos a ir por carreteras secundarias, polvorientas y llenas de baches.
Yo bajé a inspeccionar y bajaba un río pero no me gustaba nada por si acaso el agua estaba contaminada aunque a simple vista parecía cristalina.
Un kilómetro más adelante después de una curva de 180 grados había una explanada donde podíamos parar un rato,
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Paramos el coche, inspeccionamos, pero no nos decidimos a hacerle sacar allí las maletas, preferíamos un lugar más discreto, no sabíamos por qué, pero preferimos sombras.
Seguimos adelante hasta que encontramos árboles donde estuviéramos más cubiertos por los árboles.
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Y paramos en una arboleda al lado de la estrecha carretera.
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Estábamos decididos a no seguir adelante y volvernos a la frontera de vuelta a casa si no abría las maletas. Había que cortar por lo sano. No tuvimos más remedio. ( Seguirá)