-Morirás de inmediato gusano- gritó James, no permitiré que vuelva a pasarme.
La mirada fija en el enemigo, el arma blandida y los músculos tensos, indicaban la proximidad el ataque, un inefable sentimiento de venganza le recorría todo el cuerpo y en ese preciso momento no admitía mas gloria que ver correr la sangre de su oponente.
-No se de que me hablas- replicó un distraído y distante Edward, ni siquiera te conozco.
El atrevimiento de un desconocido, que de forma vil y artera lo había emboscado, no había provocado mas que la curiosidad e incomprensión del aludido, quien aun no acaba de entender la magnitud de la amenaza presente.
-Dices que no me conoces, pero yo conozco a los de tu calaña miserable-, con un rápido movimiento James casi logra herir a Edward, quien solo en el último momento y con actitud desenfadada logró evadir el mortal ataque.
-¿Pero porque me atacas?- que hecho yo para merecer tal saña, objetó el amenazado, si en algo te he ofendido, lo siento.
-¡Muere engendro!-, esta vez su afilada arma pudo abrir un leve surco en la pálida mejilla de su oponente, quien una vez mas pudo zafarse a última hora de su encuentro con la muerte.
-¡Nunca más nadie se burlará de mi!, ¡no lo permitiré!, como poseído por el mismísimo demonio, James lanzaba, puñaladas a diestra y siniestra, mientras su odio se incrementaba al ver como todos sus ataques eran evadidos con el menor esfuerzo, haciéndolo quedar como un idiota.
Ya consciente de su adversario y de la proximidad de su muerte si no reaccionaba, Edward no pudo seguir conteniéndose y se abalanzó sobre su agresor, con un rápido y decidido movimiento de sus manos logró poner fin a la amenaza de la forma que había aprendido durante años...
¡Señor Logan, cálmese!, con este nuevo corte nadie volverá a confundirlo conmigo.