Tras varias horas de clase en el Hospital asociado a mi universidad, decidí dirigirme a la facultad de medicina, que queda como a dos cuadras caminando. Ahí es donde comienza mi entrada triunfal a las estadísiticas de robo a mano armada en Venezuela. Estaba con un compañero de clases, quien me rogó que lo acompañara a hacer la fila para "el comedor". En el edificio existe un comedor común en el que los estudiantes pueden recibir comida gratis. Mi compañero quería almorzar antes de irnos a la próxima clase.
Por mi mente paso una de las frases más temidas por cualquier venezolano que está en la calle: "coño, aquí fue". En ese momento, siento un objeto puntiagudo en mi abdomen y el tipo me susurra "No grites, dame el teléfono". Lo primero que se me ocurre contestar es "No tengo teléfono". Muy mala idea, el tipo hace más presión al objeto (una navaja) y nuevamente me dice "Dame el teléfono o te mato".
Hell no, hoy NO es un buen día para morir y menos así. Descuelgo mi bolso de un lado y saco mi celular. Me lo rapa de la mano. Veo como lo mete en su bolso y se va. Sigo caminando por inercia y cuando volteo a mi izquierda, veo a una mujer alta (gracias a sus tacones), muy entretenida hablando como si nada a través de su Iphone. Le digo "me acabana de robar mi celular, creo que deberías guardar el tuyo".
Me miró despavorida y empezó a decirme en un tono desesperado "¿Por qué no gritaste?¡Grita para que lo detengan!". En ese momento me sentí como Daria... Really dude? obvio que para robarme, me amenazó con un arma, gritar no es una buena forma de reaccionar. Como dicen en Venezuela: "quieto es quieto."
Bajé las escaleras y pedí un teléfono prestado. Necesitaba llamar a alguien para que hiciera esa cosa de gmail que borra todos los datos del celular. Cuando estoy en plena llamada, siento que todos alrededor empiezan a tomar una actitud sospechosa y empiezan a murmurar "robaron a alguien". Inmediatamente me acerqué al epicentro y resulta que los "vigilantes", si es que se les puede llamar así, cerraron el porton del edificio ante una alarma de robo por parte de una mujer (la desesperada con Iphone).
Me acerqué y les dije "fue a mi a quien robaron". Automáticamente todos empezaron con las típicas preguntas: "¡¿Y cómo era?!, ¿Cómo estaba vestido?, ¿Dónde fue?, ¿Estás bien?, ¿Si lo ves lo reconoces?". Yo me sentía tan ajena a la situación, supongo que era el shock emocional. Me hicieron inspeccionar el lugar, por si reconocía al ratero pero meh, como todo en este país, ya era tarde. Lo demás es historia.
Ahora, en la seguridad de mi cama, me pongo a pensar en todo lo que pudo haber pasado y gracias a Dios no fue así. Aquel sujeto podía apuñalarme, violarme, llevarse mi bolso, en fin... No lo justifico o minimizo, pero definitivamente podía ser peor.
Además de todos mis datos personales, fotos recientes en las que tenía algunas candidatas para un concurso en steemit, mi celular es actualmente (o era) una de mis herramientas de trabajo. Me pregunto qué hara ese individuo con MI teléfono. Me consuela pensar que estaba desesperado por comprar comida para su familia o medicinas para su familiar moribundo pero sé que la realidad es otra.
Puedo ponerme dramática y echarle la culpa al gobierno o a la oposición, pero la cruda realidad es que se trata de una situación que le puede pasar a cualquiera. Lo que me hace ruido es la frecuencia en la que sucede aquí. Otros países también sufren de este tipo de males pero Venezuela... esto se ha convertido en un hecho común en la vida de cada persona promedio. Celulares, dinero, carros, zapatos... nada se salva.
Una de las voces de mi mente me acusa: "diste papaya". Otra me apoya: "¿Por qué coño una mujer no puede caminar sola en LA UNIVERSIDAD sin ser objetivo fácil?, no es tu culpa, no hiciste nada malo." La verdad es que, sea como sea, estaba en el lugar (para mi) equivocado a la hora adecuada (para él). Ahora viene el proceso para recuperarme de la depresión post-robo y todos aquellos pensamientos negativos/desmotivacionales que, confieso, son difíciles de ignorar.
Tengan cuidado. Diganle a sus seres queridos cuanto los aman, dediquen tiempo a su familia y amigos, no se estresen tanto, nunca se sabe cuando puede ser la última vez. Esta no fue para mi, pero me hizo pensar en todo lo que dejaría pendiente, en lo que no disfruté, en lo que no dije... bah.