Las hadas y su mágia.

Las hadas suelen esconderse de las almas enemigas, se muestran con belleza cuando les regalan galletas de mantequilla, Waldo quiere agradarles por eso en la cocina prepara manjares, Don zarigüeya va por agua para preparar té de miel y manzana.

Salen a buscarlas en la mañana, en las tardes, pero es con la alborada que aparecen en el parque; tienen alas doradas y zapatos azul naranja, llevan vestidos azulados que hechizan la mirada. No suelen volar, sus alas ruido harán, el cazador vendrá y seguro las capturara.

Waldo leyó en su libro de hadas, que tienen poderes para cambiar las almas,convierten semillas en árboles florecientes y el agua del riachuelo en un océano caliente . En verano había un pájaro negro que lloraba con desespero, el hada escuchó sus lamentos y le regaló un deseo, entonces en otoño un nuevo plumaje rojo le brotó del pecho, y un pico de plata bajo desde el cielo, así surgieron los Ramphoselus, Toches que cantan un tin tin bello.

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Todos los animales del bosque hablan de sus magias, también lo dicen las Ceibas espinadas, Waldo y Don zarigüeyo esperan que retornen, sentados en el parque comiendo macarrones. Por fin escuchan un pequeño murmullo, un diente de león se transforma con pasión, sale volando la ruidosa amiga, y empieza a comer las galletas de mantequilla.

Son más hermosas de como las dibujan en los libros rosa, el ambiente se impregna de aromas a gardenias, el cielo se despeja y con el brillo de estrellas, inician la fiesta entre silbidos y obleas. Todos los dientes de león se han transmutado, una tropa dorada se escucha danzando, quien diría, en el fruto de una simple planta, se escondieron las maravillosas hadas.

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Waldo y Zarigüeyo observan exaltados, se sienten complacidos con haberlas encontrado, con una venia sutil y retraída, dicen adiós a las hadas amigas, con la garantía, que en una semana regresan con más galletas y té de mandarinas.

Esta es la historia de las mágicas hadas, aquellas que los hombres no vemos en las montañas, y cada vez que soplamos el fruto de esta mata, salen volando pedacitos de alas. Por eso es mejor apreciarlas, y jamás cortarlas o vulnerarlas.

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Créditos texto, dibujos y fotografía: Margarita Palomino

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