Puedes imaginar que se siente estar levitando, alas de formas multicolores siempre relucientes. Pero ahora, encadenado a un cuerpo humano de corta data es el castigo más idóneo para mi piel encarnada. El alma rota de tanto limar asperezas se volvió en mi contra y me mantiene con la espalda abierta de par en par.
En textos antiguos se informó de mi caída celestial. Uno a uno mis hermanos fueron cayendo también en este mar atmosférico inerte, incómodo. Esperando que cada ciclo de vida se acortara y no repitiésemos el mismo peregrinar por estas tierras tan lejanas.
Sublimes recuerdos que fueron borrados casi al punto de no recordar si quiera cual fue mi primera manifestación como ente alado.
Las bestias gritaban al unísono un quejido espectral cuando llegue a este plano dimensional. Todas y cada una de ellas en su ignorancia no tenían mas remedio que compartir el aire y la energía vital con mi primera presencia corpórea. Aun así, no hubo manera de comprender sus códigos y de entender sus bramidos. Quejándose de que no podía complacer sus caprichos mortales.
Y ahora reposo inerte en un abismo sepulcral infinito, marcando las horas para la despedida eterna. Sin resultado aparente de volver a retomar mi fuerza celestial, atrapado en este abismo finito, incómodo, innecesario. Solo me queda rogar por la misericordia que en algún momento de mi existir, me sacará de estos suplicios.
Todas las fotografías, textos y artes son de mi autoria: Nahu Padilla