En 1964, los investigadores McCornell, Jacobson y Kimble realizaron un experimento interesante al iniciar sus líneas de investigación en psiconeurología, para ello utilizaron un gusanito de aguas sucias que puede vivir debajo de las piedras y medir aproximadamente unos 2cm de largo.

El animalito en cuestión, era conocido por los biólogos con el nombre de planaria, cuya anatomía es muy simple y evolutivamente es considerado como el organismo más primitivo, poseedor de concentraciones sencillas de células y fibras nerviosas a los que los investigadores consideraron un “cerebro”.

Aún con su aparente simplicidad anatómica, las planarias demostraron contar sorprendentemente con la capacidad de aprender y regenerarse en un organismo nuevo, después de ser seccionadas durante la experimentación, además de haber almacenado en su memoria lo aprendido.

La descripción de la planaria y los efectos de la investigación me resultaron simplemente extraordinarias e interesantes, debido a que este animalito tan pequeño tuviera la facultad para aprender y producir una respuesta simple y porque a veces pensamos que se debe “ser o hacer” algo grandioso para “que cuente”; sin embargo, es necesario entender sabiamente que es a través de actos simples y sencillos como veremos logrados nuestros esfuerzos y el maravilloso efecto de los mismos.

Simplifiquemos un poco nuestra vida y centremos nuestras energías en los aspectos básicos de ella, con cuatro relaciones claves:

1. La relación con Dios:

   La relación que tenemos con Dios o con lo que creemos, a medida que interactuemos, nos comuniquemos y vivamos conforme a nuestros principios y creencias, nuestra vida se hace más segura y estable.

2. La relación con la familia:

   La relación que tengamos con nuestra familia es fundamental puesto que

   “Ningún otro éxito puede compensar el fracaso en el hogar”.

   Al compartir momentos familiares y al hacer actos sencillos fortaleceremos nuestros lazos.

3. La relación con nuestros semejantes:

   La relación con nuestro prójimo, esta se fortalece al estar dispuesto a servir, así nos volvemos sensibles ante las necesidades de otros y sentimos el deseo de brindarles un poco de nuestro tiempo y talentos.

4. La relación con nosotros mismos:

   La última relación; pero no la menos importante es con nosotros mismos. En la actualidad existen personas que aún no logran sentirse bien consigo mismas; se autojuzgan de manera severa y castigadora. Sugiero que busquemos nuestro propósito y significado en la tierra y establezcamos una conexión con ella: caminatas en contacto con la naturaleza, meditación, apliquemos técnicas de relajación y conozcamos nuestro potencial divino.

Ninguno de estos actos simples y sencillos nos va a llevar a grandes cosas, a menos que estemos dispuestos a practicarlos con regularidad; pero hay tanto poder y fortaleza en la simplicidad de nuestros actos, que posteriormente seremos más firmes y perseverantes en ellos.