En el último año el vago ideal que tenía acerca de “Un mundo mejor” se ha colado entre los pequeños huecos y cepas de mis manos. Mi experiencia como empleada pública, estudiante y habitante de este país me ha hecho comprender la realidad (Y realidades) que vivimos.
Desde que entré a estudiar Artes en la Universidad Central de Venezuela, comenzó a crecer un fuerte –y que creía inexistente- amor por el país y, en general, por Latinoamérica. Me sentía más “latinoamericana” que nadie, y mi profundo interés por las tierras de “Abya Yala” –Antiguo nombre con que los Indígenas denominaban a América Latina- me hizo estar más consciente. Lo cierto es que tanto la Universidad, como mi experiencia de vida y mi curiosidad, me han hecho relegar de mis creencias… ¿Antifaz? ¡Para nada! y tampoco filtros, aquí debemos “Aprender a ver”, como dijo alguna vez Miguel Arroyo. ¿Y todo para qué? Para salir de nosotros mismos y comprender nuestro ensimismamiento colectivo. Debo decir que mis ideales sobre Latinoamérica aún se regocijan en el umbral de lo que creo –y muy en el fondo afirmo- que somos. Tal vez no sean muchos y posiblemente estén escondidos. Pero la realidad nos atañe a todos, aunque sean pocos los que vivan con la imagen en la mirada.
Es imposible no recordar a André Bazin, cuando habla de la ambigüedad de lo real. Es decir, la realidad está allí pero no significa algo hasta que yo le de un significado. Supongo que es algo parecido a lo que sucede en nuestros tiempos. Hoy en día nadie ignora que hay niños en la calle y gente comiendo de la basura. Que las Universidades están vacías y que las posibilidades de estabilidad se hallan en la opción de emigrar. No obstante, partiendo de la tesis de Bazin, siento que la realidad debe hacer un segundo “clic”, en aquellas personas que se han atrevido a verla. Mientras tanto, y a pesar de lo que es evidente, sólo hay ausencia y cristales que no reproducen el rostro.
En un país donde sólo queda laicismo, el valiente dispara para helar miradas ajenas, y si es posible, hacer algo con ello. ¿Crear? nuestro trabajo como artistas –Si pudiéramos llamarnos como tal- debería partir del hacer, pero… ¿En qué sentido? ¿Para documentar? ¿Para solucionar? ¿O sólo por el hecho de crear? Lo difícil es siempre conocer qué es lo que queremos lograr –si es que algo pretendemos- pero el discurso muchas veces se nos hace inverosímil cuando a través del arte intentamos calar en el espectador. ¿Qué otra cosa podríamos hacer ante lo que nos invade? No pretendemos dejar cicatrices que recuerden fatales accidentes o tatuajes de tinta melancólica. Pero si debemos enfocar nuestro trabajo en comprender lo que muchas veces hacemos de vista gorda.
Ahora bien, desde que entré a la mención de cine una de las cosas que he aprendido a valorar es el difícil trabajo del documentalista. En uno de estos ejercicios de Taller, -donde te obligan a estar atento de todo lo que te rodea- comencé a ser y estar más consciente: debía aislar la tela negra que estaba ante mis ojos y que me impedía ver. Creo que no es casualidad –y no me cansaré de repetirlo- que la cita de Miguel Arroyo: “Ustedes tienen que aprender a ver”, se halle en plena rampa del pasillo de letras. Después de disparar aquellas fotos comencé a preguntarme qué había detrás de ellas. Las vi cientos de veces hasta que rompí a llorar y no pude verlas más –o no con el mismo significado-. Tan sólo podía recordar el poema de César Vallejo “Los Heraldos Negros”, y tratar de hacer algo con ese sentimiento que me generó.
“Hay que aprender a vivir con la incertidumbre”, Nos menciona Lorenzo Vilches. Pero la idea de escribir un guion de ficción o documental no es suficiente cuando la lectura de lo que vimos no nos ha terminado de expresar su intención. Simplemente está allí: se presenta como un monstruo y te golpea ¡No sé de dónde!, ese golpe no se convierte en remembranza aislada sino que te sugiere, te propone –o mejor dicho- te obliga a hacer algo con ello... ¿Es posible que sea por el vago ideal romántico de un mundo mejor? ¡No lo sé! Lo que es seguro es la necesidad de mostrar y transformar. Lo que observé a través de mi cámara ya no es sólo eso que disparé, el sentido es otro ¡Aquí está! y ahora te pregunto ¿Qué ves tú?
Las próximas dos fotografías son de una marcha que hubo hace dos meses, en contra del juicio del ex presidente de Brasil, Lula Da Silva. Me pareció pertinente colocarlo en el contexto de un país donde pocos -o muchos- ven lo que realmente pasa.
Fotos tomadas con: Kodak EasyShare Z915.
A partir de aquí comenzó mi necesidad de trabajar en relación a todo lo que he recolectado: desde mis experiencias hasta la forma mutable de ver las cosas. Gracias a la novela de Klaus Mann “Mephisto” y lo que he aprendido con el profesor Adolfo Calero, he decido trabajar en una serie de autorretratos fotográficos vinculando a Mefistófeles –personaje mítico de la cultura alemana- con la “idea” del ser venezolano. Mi intención es hacer una sátira de un patriotismo exaltado e hipócrita. Este personaje que se alimenta hasta del más inocente. Un oportunista y mentiroso que –a como de lugar- busca alcanzar sus propios objetivos. Pero sin caer en generalidades, pues lo que menos pretendo cuando trabajo en una serie fotográfica es que perciban un discurso determinista. Este Mefistófeles que estoy desarrollando -y que busca representarse en otros escenarios- es el vestigio de una esperanza que hasta hace poco aún calaba en nosotros. En este momento sólo veo a este comediante en el accionar de muchos venezolanos –tal vez por ello es que me atrevo a trabajarlo-: Ya no hay nada más que los soñadoras (y que aún tienen la dicha de soñar) puedan sostener. Resistir en estos tiempos es siempre buscar la manera de crear a partir de lo que pasa. Comencé a trabajar con este personaje (y que aún está en proceso), cuando retomé un poema que escribí durante las protestas –y que después de un año tiene mucho que ver-
MI PAÍS Y LOS PROFETAS.
Mi país sólo cree en los profetas
y desconoce su historia.
Las noticias acerca del futuro nos dice:
“Líder preso será presidente de la República”.
Pasó con “El Mesías”, después del Golpe del 92.
Así mantienen las esperanzas
del triunfo del neoliberalismo.
Aquí hablamos del mismo discurso:
La izquierda tampoco habla por su tendencia.
Lo que existe es una conveniencia impúdica
de un chauvinismo tramoyista y fanático.
En mi país no están ni los cadáveres de zambas alentadoras;
nos prometen el ahora con un kilo de arroz y de Harina Pan.
Y después de tanta inflación y tantas reconversiones.
“la derecha dolarizará la moneda”.
La ciudad sólo está llena de sobrevivientes
de próximos suicidas atormentados y condenados.
La hiperdemocratización impulsadora de escepticismos.
Aquí la garra de bizarría está puesta en los grandes inventos.
¡Bienvenidos todos a este maravilloso Edén!
Aquí el que no se aprovecha, nunca gana.
Liberen la economía –dicen-
“mañana ya no habrá personas que hurguen
en la basura por sobras de comida.”
No, tal vez mañana no existan esas personas.
04-05-2017.
A continuación los dejó con algunas fotografías del proyecto en el que estoy trabajando. Mi invitación es a crear y a mostrar lo que hacemos. Pienso que lo mejor que podemos hacer en estos tiempos es que otros contemplen nuestra obra, aquella que de alguna manera intenta ser transformadora.
Esto es una pequeña parte de la serie fotográfica. Mi intención es relacionar la esencia del venezolano con la figura de Mefistófeles. ( Mefiz-Tofel = destructor-mentiroso) y de un chauvinismo exagerado e hipócrita. Un Mefisto oportunista que se aprovecha de los otros, mientras clama su bandera. Fotos tomada con: Canon SX 40 HS.