Les quiero contar de mi pueblo, Altamira de Cáceres, un pueblito de no más de 500 habitantes, enclavado en el pie de monte de los andes venezolanos, en el estado Barinas cerca del límite con el estado Mérida, a unos 900 m.s.n.m y temperaturas medias anuales de 20ºC. Fundada el 30 de junio de 1577 por el capitán Juan Andrés Varela, es una de las primeras fundaciones en Venezuela, encontrándose entre las primeras 20; fue el primer asentamiento de lo que hoy conocemos como Barinas, la capital del estado, la cual fue trasladada posteriormente, en dos etapas, a su asentamiento actual.
Es un pueblo pequeño en donde vas a encontrar lo que habitualmente consigues en cualquier pueblo andino: una plaza Bolívar, una iglesia grande frente a la plaza, unas cuantas bodeguitas (abastos pequeños), una casa de la cultura, una comandancia de policía, posadas acogedoras, una pequeña tasca donde pasar el rato y conversar y sobre todo gente cordial, amigable, que saluda al pasar y que no duda al momento de prestar ayuda.
Se recorre fácilmente (son apenas 10 calles! 😊) pero es imposible hacerlo de manera rápida puesto que te detienes en cada esquina para conversar (somos muy conversadores 😜), mirar y admirar las viejas casas de bajareque o tapial con balcones de madera que evocan una época lejana, con ruido de caballos y carretas recorriendo las calles.
Es un pueblo de tradiciones, entre las que se encuentran sus fiestas patronales en honor a la Inmaculada Concepción, patrona de los altamireños, llevadas a cabo entre el 16 y el 24 de enero. Para estas festividades se preparan actos culturales con bailes tradicionales venezolanos, algunas competencias deportivas y fiestas nocturnas, entre otras. Una de las mas simpáticas tradiciones es la procesión de las antorchas, en la que los niños de la escuela recorren las calles del pueblo sosteniendo una pequeña antorcha, suben al mirador El Cerrito creando un caminito de luces en lo alto del recorrido de lo más bonitico 😄, finalizando en la plaza Bolívar, acomodándose de manera concéntrica. El movimiento con las luces crea una atmósfera única.
El clima es verdaderamente agradable; con días soleados y cálidos algunas veces, otras con neblina rozando los viejos techos de tejas del pueblo. En esos días, una buena taza de café, cultivado allí mismo 🍵, o de cacao también cultivado allí, con un pancito dulce andino es lo que saca el frío de los huesos!
¡En Altamira llueve! A cántaros, por horas 😮, como si aquello fuera el diluvio universal; puede llover por tres o cuatro horas seguidas, escampar, descansar por una hora y volver a comenzar, como si no hubiera llovido ni un poquito; tanto, tanto, que en las casas de techos de cinc no se puede conversar porque el ruido de la lluvia en los techos es ensordecedor. Cuando esto ocurre sólo te quedan dos alternativas: una, amurrungarte (acurrucarse), como decimos allá, con una cobijita bien gruesa o dos, salir a recibir y disfrutar la lluvia:
La principal actividad económica en Altamira es el cultivo de la tierra, específicamente la caficultura, desde hace más de un centenar de años. Se dice que algunas matas que aún hoy día producen tienen más de un siglo de edad. El café que allí se cultiva es exquisito, aromático, con el punto de acidez perfecto. La vegetación espesa con altos árboles y suelos excepcionalmente fértiles crean unas condiciones ideales para este cultivo. El grano allí cosechado, una vez seco y trillado, suele llevarse a centros de acopio pero también puede comprarse directamente al productor. Si ese fuera el deseo del visitante, te lo vende ya tostadito y molido, listo para ponerlo en la coladora 😊.
En mi pueblo encontrarás una gran cantidad de actividades para entretenerte. Seguramente no querrás dejar de recorrer los distintos pozos y cascadas que consigues en las sopotocientas (muuuchas 😮) quebradas que lo rodean, los hay para todos los gustos: profundos, llanos, caídas de agua altas (muy altas), bajas, chiquitas, grandes, etc. Eso si, el común denominador es el agua fría, mucho, ¡que despierta hasta a un muerto! Pensarás que eso es un problema pero no, para nada, después del primer chapuzón ya no sientes nada 😛 y te puedes dedicar a disfrutar 😄. Eso si, no te salgas del agua porque entonces no podrás dejar de tiritar 😬 ¡Brrr!
Bueno, podría seguir hablando (o en este caso, escribiendo) por horas y horas de mi pueblo, es un lugar simplemente maravilloso, hay un sin fin de cosas por hacer allí que se me escapan de la mente. Allí se pueden practicar algunos deportes extremos, hacer caminatas, en Semana Santa se hace la representación de la Pasión de Cristo en vivo y un largo etcétera de muchas otras actividades que ya les iré comentando en los siguientes post. Mientras tanto, los dejo con una última fotografía, la de la calle de mi madre. Nótese los cables cubiertos de vegetación 😄. Eso ocurre porque los pajaritos van limpiando allí sus piquitos, dejando semillas y, con la humedad del lugar, germina lo que sea, donde sea!
¿Te gustaría ir a Altamira 😜?