Spanishchallenge 11 entrada #1. Una despedida carente de estructura.

Una despedida carente de estructura

...Entonces Raúl, al entender que su familia lo abandonaba, escribió los versos desesperados de una despedida sin estructura, como el verso mismo que escribía. Dejando al descubierto sus más profundos miedos de soledad y ser camino más allá que destino.


Al partir observé perdidas sus siluetas
que se desvanecían sin vuelta atrás.
Aquí mis caminos tomaban otras riendas
que sin duda intuían volver a empezar.

Los juegos de la vida
son juegos del azar
de reglas incontrolables
llenos de despedidas.
No importa tu sembrar
ni tus ideas estables
el destino lo cambiará
a su manera incuestionable
de nada te vale aferrar,
por más emocional
o incluso material,
lo que mucho dura
más temprano que tarde
por más proyección futura
entre las llamas del olvido arde.

Costumbre nos toca aceptar
y vivir entre la inagotable rutina variante
que el destino prepara en cada despertar.
Es poco lo que controlamos,
a decisiones de otros estaremos atados.
Doloroso es saber
y aquí repito
que no importa tu hacer
a veces solo eres el paso, el camino
para que otros lleguen a sus destinos.
Sin objetivo, porque vivir seguirá siendo
una red de destinos siempre incompletos
que se mudan entre los distintos hilos
formando los numerosos cruces
que hacen de mi vida el paso por unas
y no la eterna compañía que tanto anhelo.

En síntesis,
no somos más que constantes caminos
atados a las muchas almas que hacen vida en estos ríos.
Cada quien es su propio destino
condenado de por vida a los cambios que este mismo
se antoje de ejecutar, derrumbando así lo construido.
Quizás dé paso a nuevas construcciones, nuevas bases
pero sin duda alguna, la falta de almas importantes
hace de momentos aquel nuevo camino, carente de sentido.


¿Cómo saber cuándo el camino es el verdadero "destino" si nunca hay uno fijo?
Tras no tener más ideas consonantes o sonantes en general, Raúl guardo la imagen mental de la despedida amarga, una imagen profundamente sensorial, el sabor en la garganta, los movimientos de las pupilas, los vacíos y fríos en el estómago, el olor de su pelo que se alejaba y evocaba largas horas en la tina jugando con patitos de hule y la última versión de alguna figura de acción, el sabor de algún último beso que ya ni recuerdo cuándo fue, los recuerdos que aparecían de momentos vividos y más combinaciones incontrolables de ideas. La química del cerebro haría de este recuerdo, de esta despedida, cada vez más difusa, pero sin duda alguna la sensación profunda registrada mantendría la escena viva durante un tiempo.


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