Fuente
Veo relámpagos pero no está lloviendo. Veo gente sorprendida ante mi pero no estoy haciendo nada maravilloso.
Solo sostengo mi cámara, solo me aferro a aquello que atesora esos momentos que se difuminan en el alba cual mota de algodón se desliza con el viento a lejanos destinos.
¿Quien soy?, un simple observador, un receptor de energía. Capto la buena, me alimento de ella, soy participe en su crecimiento pero la mala también me afecta, me destruye y me vuelve más crudo, menos humano, más vil.
Ya las virutas de plomo en escenas de guerra son normales, son estorbo para mi lente que trata de captar aquel soldado herido que con fuerza cubre a una civil y su bebé detrás de un edificio cuando 5 insurgentes armados se les acercan por detrás. Pude haberles advertido pero una foto valió más que sus vidas, un sueldo mínimo fue, para mi, el costo de 3 arcoiris. Llego a mi casa maltrecho pero indiferente; estoy mecanizado, ¿es esto de lo que tanto nos advertía Asimov?, quizá los robots no son mecanismos completos de pies a cabeza, quizás son humanos que con solo una pieza de electrónica se "robotizan" y dejan de lado sus sentimientos más puros, sus anhelos esperados y sus costumbres arraigadas a sus seres internos.
Odio esto. Odio no poder disfrutar con mi familia por tener que captarlos a ellos sonriendo. Apenas me intento acercar escucho el: "otra foto". No es sano pero tampoco me lastima, ya no siento más que un clic en mi cabeza y el obturador deslizándose entre las paredes de mi subconsciente.
Cada vivencia sin tomar fotos es una vivencia en "modo de vídeo", enloquezco y muevo mi cabeza lo más rápido que puedo pero solo "panoramicas" aparecen en mi "memoria".
No aguanto más pero, te pregunto... ¿Te gustaría una foto?.