Un Madrid intratable

 El Real Madrid de Zidane. Ni más ni menos. Un equipo espléndido que camina solo, que se va quedando sin rivales a su paso, que parece ya inaccesible, incluso ante los oponentes más acreditados. Intratable, incluso para el Barça, incluso jugando con 10. Cuatro días después de conquistar la Supercopa de Europa, asaltó el Camp Nou como si tal cosa para apalabrar el segundo título de la temporada, la Supercopa de España. A falta del partido del próximo miércoles, el 1-3 es concluyente. El Barça, devorado por la incertidumbre tras la marcha de Neymar, a la espera de reconstruirse, se encomendó a Leo Messi en el día que arrancaba de manera oficial el proyecto de Valverde. Pero un equipo ganó a un dios. Hace tiempo que el Madrid le birló la iniciativa del fútbol al Barça. Mandan los múltiples registros del Madrid, manda el centro del campo blanco, ayer azul turquesa por cosas del marketing. En la medular construyó su imperio el equipo azulgrana, pero ahora la hegemonía es del Madrid, que sentenció en la segunda mitad con los golazos de Cristiano, que fue expulsado de manera injusta, y Asensio, que sigue opositando a crack. 

 Es el mes de agosto. Playa, palmeras, montaña, senderismo, crema solar, fútbol andando. El alocado show de Miami, con el honor en juego, había dado paso a un partido más serio, con un título en juego y las fuerzas justas. Barça y Madrid, respetuosos con el enemigo, se lo tomaban así, con ciertas reservas. Eran 'Ferraris' con el freno de mano echado, como si de una exhibición se tratara. Suárez (minuto 9) despertó a lo locales tras controlar un pase de genio de Iniesta. Isco confirmaba (minuto 17) que el equipo que vestía tan raro en el Camp Nou era el Madrid.
 

 Fue un primer tiempo plano, con las chispas de las patadas que se dieron Casemiro y Messi, y algo más de iniciativa en el juego del Barcelona, sin que Deulofeu hiciera olvidar a Neymar, que estaba debutando (y marcando) con el PSG. Kovacic sujetaba bien a Messi. El Madrid había repetido la exitosa fórmula de los cuatro centrocampistas, pero jugaba un esquema un tanto extraño, un 4-4-0 con delanteros de fogueo. Cristiano se había quedado en el banquillo. Y a Zidane le falta algo de osadía para apostar definitivamente por Asensio. El caso es que Bale y Benzema siguen sin elevarse por encima de las sospechas. Convierten al equipo blanco en una lanza sin punta, un puñal de goma espuma, aunque fue el internacional galés el que tuvo la mejor ocasión del primer tiempo (minuto 36) tras otra brillante acción de Isco. Ter Stegen, que al principio se había convertido en aliado del Madrid con su incalificable juego con los pies, salvó el disparo 

 La noche no invitaba a pensar en una segunda parte tan intensa, tan interesante que no le faltó de nada. Piqué, que jugó un gran partido, se metió un gol en propia puerta en una buena jugada del Madrid. Era el minuto 4 y el tanto dio paso a un nuevo Clásico. El Barça recuperó el empuje que le había faltado. Le sentó de maravilla la salida de Dennis. Fue arrinconando al Madrid en su área. El equipo blanco, que sigue manejando el juego al contragolpe, había podido sentenciar con Carvajal, pero Jordi Alba sacó bajó los palos. 

 Después, el partido, con mucho más ritmo y tensión, se volvió algo loco. A ello contribuyó la torpeza manifiesta de De Burgos Bengoetxea, muy inferior del nivel del encuentro. Suárez le engañó con una caída de esas que se ven luego en los memes y Messi empató en el minuto 77. Ya estaban en el césped Cristiano y Asensio. El delantero portugués se hizo notar pronto. Marcó un gol extraordinario en otra contra. Se quitó la camiseta y vio la amarilla. Dos minutos después, en una pugna con Umtiti, cayó dentro del área. El árbitro le señaló la segunda tarjeta al considerar que simuló la caída. 

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