Allá a los lejos, en esa roca
Es donde vivo perpetuamente
Llena de sal, agua y olas
Cangrejos de forma regente
Esta es su casa, yo no debo abusar
De sus tratos y su gran gesto
Mi oficio es escribir y admirar
El océano perfectamente funesto
La noche se torna ruidosa
La luna; una lámpara sin interruptor
Puede que parezca poca cosa
Me quejo mucho a lo mejor
Es la costumbre de desconectarme
De la naturaleza que tanto me dio
Por eso es que cuesta desligarme
Del mundo tan bestial de hoy
Por esta razón me vine a este castillo
Fortaleza de lo agraciado y fraternal
Para encontrarme conmigo mismo
Y no con un supuesto Distrito Capital
Escribiendo bajo un techo de millones de años
Saboreando el salitre que daña mi lapicero
Si lo odias, nunca hables de los tiempos de antaño
Si lo amas, ¿que esperas para venir, compañero?
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